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Domingo 19 de septiembre de 2021

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Revista Dominical

Víctor Montoya: investigador infatigable

19 sep 2021

Por: Práxides Hidalgo Martínez

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Conocimos a Víctor Montoya a través de algunas de sus obras que nos hizo llegar una pariente de nuestro compatriota, pues él vivía en Europa, por razones que no son pertinentes mencionar en este texto, pero él, como muchos bolivianos, tuvo que ausentarse de nuestro país; sin embargo, la distancia, el contexto en que vivió no fueron nubes que cubrieron su cielo rojo, amarillo y verde, por eso la mayoría de sus obras tienen el sello boliviano, recogen sus sueños, sus preocupaciones, sus logros, por medio de la literatura que es el género que más cultiva, ya que si bien es también pedagogo, investigador, prima en él la creación literaria, en especial la narrativa.

Es reconocido internacionalmente como investigador sobre temas del ámbito educativo, literario, pero siempre con el corazón y la mirada en nuestro país. Por eso no nos sorprende que en esta ocasión, nos entregue el fruto de sus investigaciones y lecturas en esta obra: “15 PRECURSORES EN LA LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL BOLIVIANA”, que coincide con la realización de la Feria Nacional del Libro que se lleva a cabo en La Paz.

Siempre hemos envidiado, sanamente, la identidad de muchos países reflejada también en su literatura, en sus escritores/as, están tan familiarizados con ellos y ellas sus ciudadanos, que no es sorprendente que de sus labios broten nombres de sus pensadores, narradores, poetas, empero a nosotros/as nos falta ese reconocimiento a los cultures de las bellas letras, pues en ellas también está la visión de país, ante todo nuestra identidad.

Esta obra que nos comparte nuestro escritor Víctor Montoya, resalta, recupera, enaltece, valora, la verdad, no sé cuál es el término más apropiado, ya que Víctor, recorre los surcos sembrados por los primeros/as escritores/as que se “atrevieron” a destinar su producción a un mundo infantil tan difícil de convencer, como nos señala, Julio Cortázar, quien no se animaría a escribir para niños y niñas. Compartimos su comentario, puesto que ese mundo radicado en la infancia es tan maravilloso, con cielo límpido, con un arcoíris de bondad, que no se sabe si penetraremos en él.

“Si se parte del criterio de que el pensamiento y lenguaje del niño son diferentes a los del adulto, entonces es lógico que el escritor debe esmerarse por entender al infante, informándose cómo este interpreta y experimenta su mundo cognitivo. Asimismo, requiere tener una honda sensibilidad, una predisposición para aprender de los lectores y una capacidad para comprender que todo lo que es cierto para los adultos no lo es necesariamente para los niños. Para que la literatura infantil guste y funcione como tal, es necesario que esté anclada en el lenguaje y la fantasía infantil, y que el escritor que quiera acercarse a los niños por el camino del arte debe interiorizarse en el desarrollo emocional de estos, con el fin de no incurrir en el error de hacer una mala literatura a nombre de literatura infantil” escribe Víctor Montoya, en el texto que hacemos referencia.

15 Precursores de la Literatura Infantil y Juvenil en nuestro país, realmente es una audacia, considerando que por muchas décadas se negó incluso su aceptación como creación literaria, pese a existir grandes cultores de este género, por eso ponderamos la investigación de nuestro escritor Víctor Montoya por legarnos a bolivianos y bolivianas que a través de su creación llegaron a nuestra infancia, sembrando valores, no simplemente historias, resaltando esa fantasía, magia que tiene la niñez, que debiéramos procurar que no se marchite por el consumismo y el pensamiento concreto, ya que ella es tan importante para el desarrollo personal, para el crecimiento como seres humanos.

Por razones que no es necesario analizar, la literatura se ha vislumbrado en nuestro sistema escolar como un medio para leer obras, conocer historias, personajes; sin embargo, no se ha tomado en cuenta su verdadera dimensión, no solo como creación poética, que expresa la belleza de la palabra, sino como simbolización de la realidad, del ser humano con toda las implicaciones que significa tanto en el aspecto moral, ético como existencial, por eso ponderamos la audacia de estos 15 precursores y que hoy llegan a nosotros/as a través de la visión de Víctor Montoya, quien al respecto señala, “La literatura expresa la identidad cultural de un pueblo y es uno de los pilares sobre los cuales se asientan los procesos materiales y espirituales de una cultura y época determinadas. Sin una literatura es más difícil comprender el proceso histórico de un país, cuyas peculiaridades se diferencian de otras naciones del mundo. No hay mejor manera de conocer la historia, costumbres y tradiciones de un pueblo que no sea a través de su literatura, donde se concentran sus grandezas, tragedias y esperanzas. La palabra escrita, utilizada en este sentido, cumple una función por demás esencial, ya que sin ella sería más difícil registrar la memoria colectiva y dejar un testimonio histórico para las futuras generaciones. La literatura ha usado la palabra escrita como un instrumento para transmitir ideas y sentimientos cotidianos, incluso con afanes lúdicos y estéticos”

Escuchamos alguna vez esta expresión: “La literatura infantil y juvenil en Bolivia, si tenía pantalones cortos, en la actualidad tiene, largos”, ha esta significación concurren diferentes factores, como la difusión y valoración de esta literatura en Ferias nacionales y departamentales, también a que han surgido cultores que responden a los cánones que exige este género. Al respecto Víctor Montoya, afirma: “La literatura infantil y juvenil, tras haber sido la Cenicienta de la literatura considerada clásica, ha pasado a constituirse en la princesa que hoy acapara la atención de los niños, jóvenes y adultos. Hay editoriales especializadas en la producción de este material indispensable y se organizan ferias de libros para lucir las mejores ediciones tanto por su forma como por su contenido. De modo que, tanto los escritores como los ilustradores de la moderna literatura infantil y juvenil están conscientes de que el texto y la ilustración, que forman una mancuerna necesaria, deben satisfacer las expectativas de los lectores”

A lo que debemos agregar que, gracias a docentes visionarios ya no solo son visitantes esporádicos en las aulas, sino permanentes. Al respecto, Daniel Cassany, (España) nos refiere que el gusto y el apego a la lectura deben empezar con la literatura infantil y juvenil para que luego de la motivación y el gusto lector ellos y ellas devoren las obras clásicas que son patrimonios de la humanidad. “Está claro que la literatura infantil y juvenil no debe quedar al margen del sistema educativo, sobre todo, en las materias de lenguaje y literatura que forman parte del sistema de enseñanza, en el cual intervienen diferentes aportes teóricos desde la perspectiva lingüística, cultural y cognitiva, que contribuyen al desarrollo integral del educando. Es aquí donde la aplicación de la lectura de algunas obras literarias en escuelas y colegios juega un rol importante como estímulo del hábito de la lectura que tanta falta hace en el contexto de los estudiantes ávidos por ensanchar sus conocimientos más allá de los libros de texto que les proporciona el sistema escolar. La literatura, que en cierto modo influye en la vida de los jóvenes, no siempre tiene que abordar temas relacionados a los conflictos emocionales y existenciales propios de la juventud, en vista de que una de las principales funciones de la literatura consiste en ganarlos hacia el mundo de los libros, a partir de una lectura lúdica, que les permita el escapismo, la gratificación instantánea, el placer de leer historias que les abran puertas hacia lo desconocido y los inviten a viajar en la fantasía hacia territorios ajenos al suyo, ya que la buena literatura es aquella que despierta el interés de los lectores mucho más que enseñarles conocimientos científicos para su formación profesional. Consiguientemente, la obra literaria destinada a los niños y jóvenes, en primera instancia, más que transmitir valores morales y lecciones didácticas, está destinada a atrapar el interés del lector y estimular el hábito de la lectura, con o sin la guía de un profesor”

Entre los pioneros de la literatura infantil y juvenil boliviana están Emilio Finot Franco (Vallegrande, 1888 – 1914), quien publicó en dos volúmenes su Antología boliviana para escuelas y colegios, con textos que expresaban su sensibilidad didáctica y estética, y su interés por explorar el universo de los niños; no en vano su vocación por la enseñanza le llevó a presentarse a un concurso para optar al profesorado de gramática y literatura en la Escuela Normal de Sucre. En este mismo contexto, alejados del celo profesional y las miserias humanas, es justo recordar la fecunda labor del abogado, escritor y pedagogo Benjamín Guzmán Castillo (Sucre, 1874 – 1931), quien, como todo profesor que se dedicaba con tesón a la educación primaria y secundaria, escribió más de quince textos escolares, pequeñas piezas teatrales y el libro Poesías para el hogar y la escuela. Otros que destacaron como autores de poesía infantil y teatro escolar eran Isaac Portocarrero y Zeballos (La Paz, 1896 – 1962), que publicó en 1944 el Teatro boliviano para niños y adolescentes, Óscar Rolando Aparicio Suárez, Marcelino Guibarra Illanes, Luz Aparicio y Aparicio, Luis Fuentes Rodríguez, Óscar Vargas del Carpio y Ramón Fuentes Bonifaz, un poeta poco conocido en el ámbito literario, escritura inicial y una serie de poesías infantiles reunidas en su libro literatura infantil. (Fuente: 15 Precursores de la literatura infantil y juvenil boliviana”)

Y, ¿quiénes son esos precursores? ¿Quiénes nos han legado su producción literaria?, en el texto que referimos, están: Antonio Díaz Villamil, Joaquín Gantier, Yolanda Bedregal, Paz Nery Nava Bohórquez, Rosa Fernández de Carrasco, Emma Elina Ballón, Óscar Alfaro, Antonio Paredes Candia, Elda Alarcón de Cárdenas, José Camarlinghi Rosas, Beatriz Schulze Arana, Gastón Suárez, Alberto Guerra Gutiérrez, Hugo Molina Viaña, Velia Calvimontes Salinas.

Empero, existen, hoy más cultores, pero en la obra de Víctor Montoya se resalta a los primeros/as cultores/as de la literatura que tiene como destinatarios a la infancia y a la juventud.

Les invitamos a leer esta nueva entrega de nuestro compatriota, radicado ya en Bolivia, que seguramente irá a ser parte no solo de nuestras lecturas, sino de nuestras bibliotecas escolares, públicas y privadas.

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