Miercoles 15 de septiembre de 2021
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Los adultos mayores, hombres y mujeres, sufren las consecuencias de que su avanzada edad sea incomprendida por parte de la sociedad, al extremo de existir ciertos movimientos que se hacen para desvalorizar la vivencia de este sector que supo formar su carácter y personalidad.
Los ancianos de ahora no tienen por qué estar marginados mucho menos quedar huérfanos del calor de hogar, mientras vivan, ni que se los conceptúe como un “pesada carga” de la cual ya uno debe desprenderse.
Sólo Dios sabe lo que a toda persona le espera de aquí en adelante, aspecto que excluye el deseo de ya no ver a los “viejos” en la casa como mucha gente quisiera.
Se dice que al presente las cosas han cambiado al haber dado a las nuevas generaciones el poder de formar juicio definitivo sobre cómo debe encausarse la vida, situación que en ningún momento significa el haberles dado la potestad de ser reacios a la presencia de quienes están en el último periodo de su existencia natural.
Esa actitud tiene que ser reprobada y borrada del propio seno familiar y en otros sitios donde se menosprecia a los de edad longeva, porque ellos todavía se merecen ser tratados como seres humanos y no como algo despreciable.