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El dolor no termina, 20 años después del atentado a las Torres Gemelas
11 sep 2021
Fuente: LA PATRIA
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Este día está más enraizado que nunca en la memoria de las personas que vivieron en carne propia, aquel hecho que ni siquiera estaba pensado en una película hollywoodense. Hoy 11 de septiembre, se recuerdan 20 años de aquel atentado que dejó sin vida a 2.983 personas y aproximadamente 6.000 heridos.
Aquel día, quienes estaban en Nueva York vivieron a su modo, una de las pesadillas más impresionantes de su vida. Esos malos recuerdos aún perduran y seguramente continuará hasta el final de sus días.
A las 09:37 horas, una enorme bola de fuego naranja se elevó al costado de la autopista. El vuelo 77 de American Airlines había perforado el Pentágono, relató uno de los testigos de aquel día. El tráfico se detuvo y la desesperación subió varios niveles en cada uno de los miles de coches parados ante el Departamento de Defensa de los Estados Unidos.
TORRES
A las 08:46 de la mañana, el vuelo 11 de American Airlines se había estrellado contra la torre Norte del World Trade Center, entre los pisos 93 y 99. A las 09:03 horas, otro avión, el vuelo American Airlines 175, había hecho lo mismo contra la torre Sur, entre los pisos 75 y 85.
A las 09:43 horas, el vuelo 93 de United Airlines se estrelló en un campo cerca de Shanksville, Pennsylvania. El objetivo, se supo luego, era el Capitolio en Washington, del que lo separaban 20 minutos de vuelo.
Tanto la Cámara de Representantes como el Senado sesionaban aquella mañana. Laura Bush, esposa del entonces presidente George W. Bush, estaba en las oficinas de un edificio del Senado cercano al Capitolio.
EFECTOS
“¡Esto es una locura, quiero ir a mi trabajo!”, gritaba un hombre en un coche cercano mientras los autos volvían a moverse a paso de hombre en dirección a la capital de los Estados Unidos. En cada uno de esos coches había gente desconcertada, con miedo, temblando o, en muchos casos, llorando.
Las comunicaciones estaban colapsadas, llamar se convirtió en un imposible para buena parte de los que estaban allí.
Parejas abrazadas, miradas perdidas, gestos cansados y silencio, sobre todo mucho silencio. El viaje con escala en el aeropuerto internacional de la capital, Baltimore, Wilmington, Filadelfia y Newark, tenía ambiente de funeral, con gente deseando ver a sus familiares o amigos y otros temiendo que fueran alguno de los miles de muertos en la masacre de las Torres Gemelas.
Los controles eran entre escasos y nulos, no había noción de peligro; a tal punto no la había, la seguridad en los aeropuertos estadounidenses, en especial en los vuelos nacionales, estaba en manos de empresas subcontratadas que explotaban a sus empleados y no controlaban quién estaba asumiendo esa delicada función.
Eran tiempos en los que no había problemas para subir con objetos punzantes a un avión, mucho menos con llevar líquidos. Muchos subían con armas que no eran detectadas, nadie se sacaba los zapatos en los controles de seguridad, nadie debía exhibir la laptop, los cubiertos eran de metal y no se le prestaba demasiada atención al uso de los incipientes teléfonos móviles.
Aquel verano y aquella despreocupación eran ya, el sombrío miércoles 12 de septiembre de 2001, parte de un pasado que jamás volvió.
Luz tenue, calles semivacías, tiendas cerradas, estupor, temor o desesperación en los rostros. Eso era Nueva York durante el día.
Fuente: LA PATRIA
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