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Edwin Guzmán Ortiz - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
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Invitado


Domingo 29 de agosto de 2021

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Cultural El Duende

Edwin Guzmán Ortiz

29 ago 2021

Edwin Guzmán Ortiz. Poeta, ensayista y crítico (Oruro, 1953) Ha publicado: De/lirios (1985), La trama del viento (1993) y Juegos fatuos (2007).

Bordes del poema

Sé que la poesía me acerca al mal

a la región más densa de la noche

a las máquinas de la infección

sé que bufa y alza su imperio de lívidos mitones

sobre la embriaguez de la comarca

Sin embargo heme aquí

sosteniéndola

haciendo que no caiga tan alto

ni se infle como el vientre del Buda

Sé que la poesía no es el amigo

que quisieron mis padres

la ocupación que deseaba mi mujer

el oficio que me recomendaba el maestro

ni la fe que predican los empleados de lo santo

Pero está ahí

-más bien

Aquí

insidiosa y sacramental

sobándome con su llama

dibujándome unas alas

abriéndome los ojos

limándome la estupidez

Corren hormigas por la boca

Corren hormigas por la boca. Cogen restos de dulce y fibras gnósticas. Mutuamente se saludan y continúan consumando el devenir que las anima. Atraviesan a nado la saliva, vadean la úvula y rozan las antenas por el teclado de los dientes. No hay enemigas entre ellas, ni siquiera falsos dioses. Tampoco hay circo que les muerda el tiempo y el espacio. En estricta fila vadean la humedad. Limpias y solidarias conocen su camino. Atraviesan la faringe, se descuelgan del esófago. Resuellan atravesando el píloro. Prosiguen en zaga secular por medio de ácidos, entelequias y cilios.

Interminables en la escheriana cinta de Moebius.

Adviene un vaho de astros, el acoso del jugo conjetural. Arriban al colon, la luz del esfínter las libera de la insoluble oscuridad, con hilachas de alma en las mandíbulas, fragmentos de yo en la saliva, pedazos de sueño y semen verbal sobre el lomo. En impecables hileras las obreras retornan al hormiguero. Depositan el avío, erectan las antenas. La reina se alimenta.

El punto

Uno va escribiendo y cavilando, palabra tras palabra, desnudando el horizonte, silabeando las huellas y de pronto brota el punto. ¿Cae o brota­­? Parcamente diciendo, súbitamente conteniendo lo incontenible. Meteorito sobre la página, eclipse pasajero del murmullo. Mas, las palabras lo rebasan y continúa el tráfago de tejer los argumentos, la pegatina de sentidos, el apetito voraz de la escritura. Tangencial a la saliva y al hálito turgente de la noche, amenaza su minucia, su rítmica alusión del parapeto en el camino salvaje de la letra.

Animalmente retinto, trama los topes del decir. Ausente de sí, murmura el no. Y así luce sobre la página aplastado como una mosca en el velo de una novia. Siempre presto para entrar en escena; detrás del telón del alfabeto, del cuento del cuentero o de los espasmos del lírico, el punto pincha. Gota consumada sobre la blanca página donde el acoso de las letras trama un bosque de flores fucsia, de aves que se disuelven y florecen, de nombres lavados por las llamas. Ritma generoso los acordes del jadeo, rige el tráfago de las confluencias, el punto, vaya uno saber qué es pero está, como el sol negro de Lautreamont iluminando y marcando la marcha del resuello.

No contesta, no habla, ni definitivamente luce, pero su pequeño cuerpo zumba y se consume en su sombra. Puntos fantasma de Beckett, puntos patibularios de Kafka, el puto punto en la mandrágora de Villon, puntos suspensivos y expansivos, a veces condecorados por los ecos de la otredad, por la máquina del tiempo que arrasa el nosotros en nombre de la vida.

Me tiembla la mano al elegir el punto final del poema.

Me salva el conejo de Alicia cuyo punto es el agujero que me lleva al otro lado del ser: ¿la poesía o la reina de corazones?

Itinerario del silencio

Guarda el silencio

en la boca

un lenguaje nonato,

aves exhaladas por el aire

la plegaria del mudo

En su sed se des-escribe

el mundo

la antigua contemplación

de la noche profunda

Sigiloso disipa

las bullas del tiempo

la rotación del deseo

en torno a la lengua

Forja el idioma del fervor

traza las coordenadas del asombro

trama

el tajo de la muerte

Como Dios

nada dice

excepto que es

El silencio hace del silencio

su refugio

de la muerte de los hombres

su morada.

Edwin Guzmán es un poeta culto, inteligente y sensible que, a lo largo de sus tres poemarios publicados, ha construido –con voz muy propia– una visión de mundo permeada por una relación íntima con el lenguaje. El suyo es un discurso sugestivo de sólida propuesta lingüística no exento de humor y de tensión lúdica que tampoco rehúye los chispazos de la experimentación fonética o formal. Leerlo es un ejercicio de placer, razonamiento y meditación en el corazón mismo de la poesía, donde sus poemas habitan, con plenos derechos, el universo semántico de la vida. Guzmán es además, qué duda cabe, uno de los poetas más destacados que ha dado Oruro.

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