La crisis sanitaria como detonante de nuevos delitos

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En una anterior columna, nos referimos a la alta dinámica de los delitos y su alto nivel de adaptación a nuevos escenarios. No es novedoso que la crisis sanitaria ha provocado la alteración de muchas actividades, no solamente en nuestro país, sino que este fenómeno se dio en todo el mundo.

Una de las actividades delictivas que registró un incremento considerable es la ciberdelincuencia. Nos estamos refiriendo a las estafas en línea promovidas especialmente por personas que están privadas de libertad, que roban datos de personas con ciertos perfiles que generen credibilidad en sus ocasionales víctimas, como policías u otras autoridades, o ingresando a los perfiles de Facebook para conocer quiénes son los familiares de sus víctimas y hacerse pasar por ellos, pidiendo ayuda y depósitos de dinero por supuestas retenciones de maletas con productos de alta gama.

Los delitos económicos, como el lavado de activos, se ven incrementados por las dificultades económicas que se están generando a nivel internacional. Una situación que otorga a la delincuencia organizada más oportunidades para introducir en la economía legal el producto de sus delitos.

Los sectores de mayor riesgo son los servicios, el turismo, la hostelería y la construcción.

La crisis económica derivada de la pandemia es un escenario favorable para la corrupción. En especial, para los grupos de carácter criminal que pueden ofrecer financiación, extorsionar e infiltrar instituciones para la adjudicación de contratos y obtención de favores.

En esta línea, se deben implementar mecanismos adicionales de supervisión, los fondos de ayuda dirigidos hacia países en desarrollo para combatir la pandemia pueden constituir también un campo generador de corrupción. En nuestro país se ha vivido un hecho sin precedentes de corrupción en plena pandemia, que ha motivado la aprehensión de altas autoridades, como el caso de la compra de los respiradores.

Sin embargo, es bueno puntualizar que otros delitos como la trata y tráfico de seres humanos se vieron limitados por las medidas de restricción de movimientos entre países. Al mismo tiempo, complican la situación de las víctimas de explotación sexual pudiendo crear nuevos espacios más clandestinos y adaptados a la situación actual.

Bajo este contexto, las instituciones de lucha contra el delito se están viendo también afectadas por la necesidad de responder prioritariamente a una situación de emergencia, las enfermedades propias y la adaptación a nuevos procedimientos de teletrabajo, hacen urgente una adecuación y modernización de sus estrategias de lucha contra estos nuevos modos de delinquir, de manera que permita elevar los niveles de eficiencia en la lucha contra el delito generador de inseguridad.