Ha comenzado una semana que en el curso de los días puede convertirse en un verdadero problema para las autoridades de Gobierno, pero sobre todo para los involucrados en un reclamo social que tiene que ver directamente con los salarios nacionales, hoy por hoy prácticamente devaluados y esperando un incremento que lo aproxime al costo real de la canasta familiar.
Por un lado, la demanda global ha sido planteada por el máximo organismo de los trabajadores, la Central Obrera Boliviana, que no menciona un porcentaje definido de incremento sino un salario mínimo vital de 8.300 bolivianos suma que es el resultado del cálculo mensual que requiere una familia tipo para cubrir todos sus gastos de sustento, incluyendo algunos servicios como los de agua, luz, transporte y en ciertos casos el teléfono que ahora es un instrumento imprescindible en la comunicación familiar.
Por supuesto que no todos pueden acceder a un sueldo de ese nivel, que entre otras cosas sería el ideal para “vivir bien”, pero que en realidad no llega ni siquiera al 50 por ciento de tal suma en el cálculo que hacen las autoridades para incrementar los actuales y compensar los mismos en función al proceso de la inflación vigente, que se establece, según lo señalan en 15 por ciento.
Otro planteamiento estrictamente sectorial es el que corresponde al magisterio cuyos dirigentes reclaman también un salario de dignidad que compense sus necesidades básicas y les permita trabajar sin limitaciones cubriendo todos los requerimientos de cada hogar decente.
Está sin solución definitiva el caso de los médicos, por un lado la posición del Gobierno de incrementar el horario laboral a ocho horas y la decisión de los galenos de admitir ese horario, si previamente son incorporados plenamente a Ley General del Trabajo, por lo demás en ese sector el conflicto ha pasado más de 15 días y se torna muy delicada la situación de la ciudadanía que necesita urgente atención médica.
Una oferta de por medio altera ciertas negociaciones salariales pues el propio mandatario ofertó un mínimo de 2.000 bolivianos a los funcionarios públicos que se ubican en el nivel más bajo de planillas salariales de la administración estatal, situación que exigen en otros campos laborales, donde actualmente el mínimo salarial todavía no es ni de mil bolivianos.
Gobierno y COB han acordado trabajar en mesas de análisis, mientras duren las negociaciones en los niveles que señalamos, el conflicto persiste, las movilizaciones son frecuentes, la alteración de servicios es ya una constante cotidiana que involucra a la población en general con las consecuencias de perjuicio que lamentablemente no se recuperan ni se reponen, lo que implica daños a la colectividad que vive de sus labores diarias y no tiene sueldo de ningún nivel.
Los ministros de área deben agotar las instancias pertinentes para solucionar los problemas por la vía del diálogo, el intercambio de ideas y la concertación entendiendo planteamientos y justificando sus propias razones, de modo que los buenos acuerdos no se conviertan en ciertos casos, como en la empresa privada en un boomerang, que ocasione despidos o lo peor el cierre de algunas empresas.
El tema salarial debe tratarse en función de realidades que predominan en nuestra actual situación económica, donde por supuesto la gran mayoría vive con salarios muy alejados del costo de la canasta familiar que está en las nubes y que debería descender a un nivel aceptable para todos.
Fuente: La Patria
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