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Domingo 15 de abril de 2012

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Cultural El Duende

EL MUSICO QUE LLEVAMOS DENTRO

15 abr 2012

Fuente: La Patria

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Claude Debussy

Claude (Achille) Debussy. Saint-Germain-en Laye, agosto 22 de 1862 – París, marzo 25 de 1918. De estilo evocador y sutil, sus Preludios para piano han renovado el lenguaje musical. Entre sus obras mayores están el drama lírico Peleas y Melisande y los poemas sinfónicos Preludio a la siesta de un fauno (de Mallarmé) y El martirio de San Sebastián (de D’Annunzio).

Hijo de Manuel-Achille Debussy y Victorine Manoury. Llegó a capitán de la guardia nacional al servicio de la Comuna y fue condenado a 4 años de prisión de los que cumplió sólo uno.

Recibió lecciones de piano desde los 7 años. Una de las óperas que más lo conmovió fue El trovador de Verdi. En 1873, ingresó al Conservatorio de París donde tuvo como maestros a Lavignac, Marmontel y Émile Durand. A los 18 fue músico de los hijos de Nadezhda von Meck, protectora de Tschakowski.

En 1884 obtuvo el primer premio Roma; compuso La doncella escogida de Rossetti donde manifestó su manera original por la que se ha hecho conocido. Contrajo matrimonio con Rosalie (Lili) Texier en 1899 y fue nombrado Caballero de la Legión de Honor en 1903. Luego de separarse de su esposa, en 1905 se casó con Madame Emma Bardac.

Debussy puso música a las creaciones literarias no sólo de Verlaine, Baudelaire o Rossetti, sino también a las de Gautier, Bourget, Banville, Lisle, Gravollet, L’Hermite, Louys, Ségur, Lamartine, Le Roy, Bouilhet, Hyspa, Orléans, Valade, Moreau, Barbier, Musset, Boyer, Cecile, Renaud, Bouchor, Cros y Girod, entre otros.

Pierre Boulez, compositor francés, afirma que sólo a Debussy podemos situarlo junto a Anton Webern en una misma tendencia a destruir la organización formal preexistente en la obra, en un mismo recurrir a la belleza del sonido por sí mismo, en una misma pulverización elíptica del lenguaje.

Debussy afirmó ser alumno de Massenet aunque sólo asistió a sus clases como oyente. Quizá, a sus 16 años, le pareció óptimo aproximarse a una figura admirada. Buscaba una distinción melódica que no fuera germana ni italiana y Massenet no sobrecargaba las melodías ni complicaba los ritmos aunque algunos lo consideraran sentimental.

La línea que sigue Debussy tiene que ver con la mesura, la proporción, el equilibrio: insinuar más que proclamar. Elaboró ritmos apoyado en su sensibilidad e intuición, distante de lo previsible y de las reglas. Su música deriva de sus impresiones pero no es impresionista. Ravel manifestaba: Al oír por primera vez “La siesta de un fauno” comprendí lo que era la música. Debussy y Ravel rechazan el pleonasmo y la repetición, gustan de lo exótico y buscan sonoridades nuevas; son refinados, antiformalistas y con identidad propia.

En cierta ocasión, Claude había declarado: No creo en la omnipotencia de vuestro sempiterno do, re, mi, fa, sol, la, si, do. No hay que excluirlo, sino darle acompañamiento, desde la gama de seis tonos hasta la gama de veintiuno. Con veinticuatro semitonos contenidos en la octava, se tiene siempre a disposición acordes ambiguos que corresponden a treinta y seis tonos a la vez.

En 1909 le diagnosticaron un cáncer que acabaría con su vida un 25 de marzo de 1918, cuatro días después del inicio de la ofensiva de los alemanes en Arrás.

“Peleas y Melisande” de Maurice Maeterlinck

Drama lírico en cinco actos y doce cuadros. Consta de historias fantásticas y cuentos de hadas de ambiente misterioso. En Allemonde, país imaginario, Golaud, nieto del rey Arkel, se extravía en el bosque mientras caza y casualmente encuentra a Melisande llorando junto a un estanque. Seis meses después, Golaud comunica por carta a su hermano Peleas que ha desposado a Melisande contrariando un matrimonio de conveniencia concertado por el rey. Arkel acepta la vuelta de Golaud al castillo. La atmósfera del bosque atemoriza a Melisande. La pérdida de su alianza mientras acompaña a Peleas, desencadena la desconfianza de Golaud que les espía y, devorado por los celos, los sorprende: mata a Peleas y hiere gravemente a Melisande quien muere luego de dar a luz una hija.

Obertura

Obertura y Preludio pueden entenderse como similares. Introducen a una obra mayor; son su pórtico. Sin embargo, muchos autores han dado ese nombre a piezas autónomas, por ejemplo Beethoven con las oberturas Corolario o La consagración de la casa, lo que significa que son obras de origen funcional.

Su historia se asienta en los templos luteranos. Antes que se iniciara el oficio, los feligreses solían entonar cantos relativos a la fecha litúrgica; para ello, el organista tomaba las melodías de ciertos cantos y las presentaba con arreglos. Si tales adornos complacían el resultado, anotaba sus improvisaciones. De esta manera aparecieron los Preludios corales, brotados de la imaginación del organista. Posteriormente, acompañan al preludio una fuga, fantasías o tocatas que armonizan de manera ideal: un trozo libre de forma abierta y un trozo cerrado de forma rigurosa. Más tarde, también se llamarán preludios a las primeras piezas de las suites o partituras instrumentales.

Otros ejemplos de preludios son las de Mascagni al inicio de su ópera. Grieg lo hace en su Suite en tiempos de Holberg. Scrabin compone preludios pianísticos. Los preludios de Liszt tienen otro origen.

Lo cierto es que en un principio, el preludio fue una pequeñez, siglos después se convirtió en una obra fundamental, como el Preludio a la siesta de un fauno de Claude Debussy (1894) que marca la etapa moderna de la música europea.

Habría sido conveniente crear un vocablo específico para designar esta excelsitud musical, pero a veces la mente humana es más propensa a la repetición que a la renovación.

Fuente: La Patria
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