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El Litoral perdido - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
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Viernes 06 de agosto de 2021

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Separata 6 de Agosto

El Litoral perdido

06 ago 2021

Por: Dehymar Antezana

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Soy el Litoral, era uno de los departamentos de mi querida Patria Bolivia, me arrebataron de sus entrañas a la fuerza, por el enemigo invasor, qué haciendo uso de su poder bélico, su superioridad numérica en hombres de combate y apoyo internacional se dio el lujo de entrarse a nuestra nación como si fuera su casa.

Pero no solo ellos fueron responsables, sino también las autoridades que dirigieron nuestro país como Mariano Melgarejo, quién en su ignorancia, pidió a la Policía chilena que se haga cargo de la seguridad de Antofagasta, porque no confiaba en la Policía de su país.

Esa acción fue el inicio del fin, sin contar los intereses que había de por medio, por el guano, el salitre y el cobre, muy apetecido por gobiernos extranjeros, como el inglés que azuzó la guerra.

El 14 de Febrero de 1879, sentí un fuerte dolor en el cuerpo, por mar ingresaron los navíos Blanco Encalada, Cochrane y O´Higgins muy bien armados, desembarcaron en Antofagasta, para pedir la rendición de los bolivianos, después de arrancar el Escudo Nacional e izar su bandera.

No se disparó un solo cartucho, pero el daño ya estaba hecho y no pararía, como un cáncer se fue extendido por varios lugares del territorio patrio, Mejillones, Tocopilla fueron presa fácil, como Antofagasta.

Solo en Calama, el 23 de Marzo de 1879, valientes hombres en pos de dar su vida por la Patria me defendieron. No puedo olvidar a Ladislao Cabrera que estuvo al mando, junto a Eduardo Abaroa, hombre eximio lleno de valor que dejó un mensaje que retumba hasta la fecha en los oídos del enemigo: “¿Rendirme yo? ¡Que se rinda su abuela c...!

Más tarde los Colorados de Bolivia intentaron hacer frente a la invasión con una valerosa incursión en el campo de la Alianza: “¡Temblad rotos que aquí están los Colorados de Bolivia!”. Lamentablemente, la falta de agua, pertrechos bélicos hizo mella en nuestra gente y sucumbió ante el cruel enemigo.

Mi hija Cobija, fue la única que se salvó de la invasión, aunque no sirvió de nada, porque años antes un fuerte terremoto, la convirtió en un pueblo fantasma. Hoy solo vive en el imaginario histórico y en mi corazón. Las ruinas están como ceniza, en lo que algún día fue Bolivia.

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