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Invitado


Domingo 25 de julio de 2021

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Cultural El Duende

Omar Lara

25 jul 2021

Omar Lara ((Nohualhue, Teodoro Schmidt, 9 de junio de 1941-Concepción, 2 de julio de 2021). Ha publicado los libros de poesía: Argumento del día (1964), Los enemigos (1967), Los buenos días (1972), Serpientes (1974), Oh, buenas maneras (1975), Crónicas del Reyno de Chile (1976), El viajero imperfecto / Calatorul neimplimit, antología bilingüe español/rumano (1979), Islas flotantes (1980), Fugar con juego - antología (1984), Serpientes, habitantes y otros bichos. 1973-1974 (1987), Memoria - antología personal 1960-1984 (1987), Cuaderno de Soyda (1991), Fuego de mayo (1997), Jugada maestra (1998), Vida probable - antología (1999), Bienvenidas calles del Perú - antología (2001), Voces de Portocaliu (2003), Delta (2006), La nueva frontera (2007), Papeles de Harek Ayun (2007), I giorni del poeta (2007), Foto&Grafia (2009), Vida, toma mi mano (2009), La tierra prometida (2009), Argumentos del día - antología personal 1973-2005 (2009), Prohibido asomarse al interior - antología (2009), Mirar la ciudad (2011), Nohualhue (2012), Cuerpo final (2013), Nohualhue. Ida & Vuelta. Poesía 1964-2016 (2017), Los muertos pasean desnudos, antología (2020) y En el corazón de las cosas - Antología poética (2020).

En un tren yugoslavo

I

A mi lado hablan los hombres,

dulces y agredidos,

fumamos y el humo nos une,

no entiendo qué dicen

pero cruzan las manos

en un gesto

que me es familiar.

II

Durante varias horas nos ha acompañado

un pequeño río

de grises y duras aguas.

Quisiera preguntar cómo se llama

¿cómo se llama este río?

sonríen,

cómo se llama este río,

sonríen,

este río se llama Sonrisa.

No hubiese podido irme sin saber su nombre.

Día de muertos

Bebo el vinillo triste de Imperial

con mi madre que amadra sin descanso

aquello que no sabe y no sabiéndolo

lo vuelca de un sentido sin sentido.

Una muerta en la boca me deslumbra,

una sombra

un sonámbulo tributo

el despertar confuso de otra sombra

que difunde mi aliento en la penumbra.

Una muerta que viene con el río,

una sombra que finge de estar viva.

Nos vamos y llegamos en un círculo

que al fin encontrará su punto cero

y no habrá verso

vino

ni suspiro.

Cómo será sin lluvia y sin abrazo...

Será como esa piedra o esa hierba

o será como el viento que fatiga

la calle solitaria de noviembre.

Por inercia sigue el paso de las jóvenes

En reposo, heme aquí,

sentado en una plaza, otro jubilado

que juega con las moscas y mira a los fotógrafos.

Gastadas y estropeadas

Cuando posas tu mano

en mis cabellos

y palpas mi transpiración bajo el pelo

durísimo

yo te doy las gracias en silencio

por tu dulce ferocidad.

Cuando entierro mis dientes en la realidad

y los saco sucios de barro y veneno

cuando me empujan hacia la sola

temible oscuridad

cuando desconozco a mis hijos

y debo recorrerlos uno a uno

ciego

tú me lanzas tu mano como un relámpago

o un salvavidas

y a ella me aferro

y la fiebre declina

y duermo al fin

y vuelven a ordenarse las figurillas

gastadas y estropeadas.

Miro esta tarde que perdí

Miro esta tarde que perdí

esta tarde limpia y brillante

no estoy en ella sin embargo.

Es que de pronto me llegó

su soplo antiguo, delirante.

Me vi corriendo sobre el pasto

entre las margaritas de Imperial

bajo álamos y eucaliptos.

Miro esta tarde que perdí,

robábamos frutas en las quintas

apedreábamos el aire

nos revolcábamos en el trigo.

Y era en tardes como ésta.

Gran Himalaya

Es un hecho que no subiré jamás a las cumbres del Gran Himalaya;

está escrito que los hombres allí se vuelven dioses

y el poder temible de la naturaleza disminuye a los seres:

sus pasiones,

a una blanda indolencia.

Pero yo no subiré al Gran Himalaya,

tropezaré con las piedras del camino,

me embriagaré con deleznables licores,

seguiré maldiciéndome con ternura.

Asedio

Mira donde pones el ojo

cazador

lo que ahora no ves

ya nunca más existirá

lo que ahora no toques

enmohecerá

lo que ahora no sientas

te ha de herir algún día

Nada

De pronto estuvo ahí

guardada en un horrible abrigo color rata

apareció otro día

con traje y aletas de mujer-rana

rompí la goma rabiosamente

a la altura de un seno

lo besé estaba frío

como pude la fui desnudando

una maraña densa la defendía

me pregunté no estará muerta

“te engañas” me dijo

“estoy viva y soy bella”

en efecto

algo latía en ella y me llamaba

pero había hostilidad en los objetos y nos separaban

seguían apareciendo restos submarinos

musgo/ pequeñas piedras/ botellas con mensajes

uno de ellos decía “recibe esta mujer

y no hagas tonterías por ejemplo preguntas

ella no existe es cierto

pero nadie es perfecto”.

Breve adiós a Omar Lara

Aquella tarde algo ventosa salimos de Valdivia y nos dirigimos a la costa. Habíamos viajado a esa mágica ciudad a celebrar los cincuenta años de Trilce, la revista de poesía más antigua del continente que tú, siendo un joven universitario, creaste junto a un grupo de amigos en ese recodo alejado y que, gracias a tu pasión, se convertiría en un centro irradiador de la poesía de Chile y toda Latinoamérica. Hubo celebración en actos oficiales de homenaje sincero. Hubo también una cena entre los más íntimos, donde con tu hablar pausado y voz dulce nos reglaste mil y un historias cargadas de intensidad y vida. Tan atrás quedaba tu exilio en Rumania, tu estancia en Madrid y ahora, desde Concepción, volvías al origen como quien ha dado una inmensa vuelta de años y lejanías.

Aquella tarde, mientras paseábamos por Curiñanco rumbo a la cabaña de los entrañables Guido y Melita, te vi caminar con paso firme por el litoral. Cuando llegamos, te instalaste en una reposera junto a pinos y flores y yo bajé a la playa. Me alejé un poco, sobrecogido por la fuerza de aquellas aguas mecidas por la corriente de Humboldt y de lejos te vi en lo alto del acantilado. Mirabas el mar infinito y me supe un agradecido huésped de tu mítico Portocaliu, de donde ahora has zarpado en tu último viaje amigo del alma.

Benjamín Chávez

Para tus amigos: