Yo soy Américo y esta es mi historia...

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Hace varios años yo tenía una familia que no era de las mejores, me dejaban en la calle, no les importaba si yo volvía o no a casa, o si algún día me quedaba sin comer, pese a ello siempre fui fiel guardián de ellos.

Un día tuve el infortunio de ser atropellado y arrastrado por el auto de un chofer malvado, que terminó fracturándome la cadera y parte de una patita trasera, el dolor era insoportable y yo temeroso traté de escapar a un lugar seguro, pero no podía moverme.

Un niño que pasaba por el lugar decidió auxiliarme, aunque no se le hizo fácil así que pidió ayuda a personas que rescatan animalitos en las calles y juntos me llevaron a una veterinaria, dónde vieron que mi diagnóstico era muy penoso.

Unos días después de mi operación pude pararme y dar mis primeros pasos y lo primero que hice fue correr en busca de mi casita, no entendía que yo mismo me hacía daño y tampoco tuve suerte para encontrar a la familia que un día tuve y ni si quiera se tomaron el tiempo de buscarme o saber de mí.

Mis rescatistas me encontraron en un instante y volví a mi hogar temporal donde comencé una nueva vida, tuve una rehabilitación muy larga, tengo un pedazo de platino en la cadera, fueron varios meses para acostumbrarme a tener eso en mi cuerpito.

Pero, poco a poco lo logré, me dieron tanto amor del que yo no conocía y fui adaptándome a una nueva realidad, nuevos hermanitos peludos, nuevos papis, nuevos tíos y tías que me cuidan todo el tiempo, y me quedé como parte de la familia de mis rescatistas, ya que las personas no tomaron mucho interés al ver mi fotito publicada buscando adoptantes.

Somos tantos perritos que sufrimos accidentes y a veces quedamos con alguna parte maltratada del cuerpito, pero nos recuperamos y también merecemos una familia buena que nos haga parte de ella. No seas indiferente con nosotros, sin importar la apariencia. Adopta con el corazón.

Fuente: LA PATRIA