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Laura Yasan - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
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Invitado


Domingo 27 de junio de 2021

Portada Principal
Cultural El Duende

Laura Yasan

27 jun 2021

Laura Yasan. Poeta. (Buenos Aires 1960 – 2021). Ha publicado: Doble de alma (1995), Cambiar las armas (1997), Loba negra (1999), Cotillón para desesperados (2001), Tracción a sangre (2004), Ripio (2007), Animal de presa (2011), Pequeñas criaturas de lo incesante (2015), la antología Palabras no (2016), Ganado en su ley (2017), Principio de incertidumbre (2018) y Madre Siberia (2020).

Genealógica

las hijas del nuevo mundo

son blancas como las luces de los shoppings

pálidas como los panes de mc donald’s

translúcidas lágrimas finales de best sellers

las madres huérfanas de las hijas del nuevo mundo

fuimos oscuras habitantes de hotel

tuvimos negras maneras de mirar

queríamos la vida en símbolos extraños

películas de bergman

las paridoras frígidas de las madres huérfanas de las hijas del nuevo mundo

querían una historia sumergida en channel

casarse vírgenes con una réplica de cary grant

tener muñecas rubias de mejillas rosadas

mascadoras de chicle leyendo mujercitas

las hijas huérfanas de las madres frígidas del viejo mundo

queríamos las curvas mullidas de la marylin

y el aspecto latino de una amante del che

pero ellas

las nietas de la decadencia

las hijas del imperio del nuevo mundo

sólo desean ser

delgadas como un tallo

livianas como el ala de una mariposa

anhelan despertar

con los dedos más largos cada día

para hundirlos hasta el fin de sus amígdalas

y vomitar sin voluntad

lo que resta del siglo

Tracción a sangre

 

cargo en mi cuerpo una mujer inválida que baila cuando duerme

trenza el cabello blanco de la muerte para ganarse su favor

como una novia ciega que deba conformarse

con la corta memoria de sus dedos

                              despierta cuando miente

lleva un cascote atado a la correa de la lengua

va removiendo un surco tras de mí

una continuación que me persigue como una cola de chatarra

                              se enciende cuando callo

cargo su enfermedad en la penumbra de mis huesos

                      su equipaje de anemia

                      su andamiaje de circo

la quiero al otro lado pero el puente se ha roto

la primera mitad no le interesa

la segunda es negada

vuelvo sobre sus pasos cada noche

para ocultar la huella cada día

como el guardián de un ancla que se oxida

un perro encadenado a un desierto de vidrio

lamiéndose la sombra

Cotillón para desesperados

 

¿la fortuna te esquiva?

¿hace agua el barco de tus sueños?

no hay de qué preocuparse

esta ciudad te ama

en los centros de canje estimulan el tedio

por dos tapitas más un peso

nada es tan grave

cargar el rudimento del pan y la escoba

puro discurso

cotillón para desesperados

por dos tapitas y una libra de carne

te llevás esa jaula

la corona del rey y un cetro plástico

por tres libras de carne más dos líneas de fiebre

la estafa del insomnio

malabarismo sobre noches violetas

te ama tremendamente

en los centros de canje

por una culpa más un beso indebido

cuatro hijos un perro y una úlcera crónica

nada es tan grave

la vida es un asunto local

del trabajo a la cama

forrar el ataúd con el salario mudo del fracaso

momentos en que llueve

sobre la fría seda del recuerdo

la ciudad anegada de una tristeza rancia

pero cómo te adora

te protege

por dos libras de sangre más la furia

te dan tres aspirinas y una bala

Barco encallado

 

cuando se quiere oxígeno

y hay sólo oscuridad para tragar

¿qué se respira?

cuando se quiebra el cuerpo como un barco encallado

en la tardía luz de una bengala

y el ciclo del fastidio

arroja contra el muro frontal de la locura

la edad de una mujer

cuando la piel expulsa su madera podrida

y el corazón bombea su mensaje de náufrago

qué duelo se anticipa al funeral

qué desencuentro escarba en la sequía

quién anda en esa furia cortando el eslabón

que la sostiene en la cordura

como unida a un desgarro

Llegar a salvo

 

hay que saber llegar hasta la orilla sin mojarse los pies

cruzar una ciudad en donde el agua es negra

y negra es la saliva de los perros

y negro el semen que descargan los ángeles

en las sábanas sucias de los partos

hay que hundir la cabeza con los ojos abiertos

negociar el ardor

forzar al corazón su máquina de aceite

y resistirlo a flote una noche completa

hay que entregar el cuerpo a la corriente

fijar la convicción

                                  nadie vendrá para salvarme

no soltar la palabra que dispare el alud de un espejismo

                                  nadie

vendrá para salvarme

tragar si es necesario

la sal que se desprende generosa de tu propio temor

sentirte el muelle de un puerto abandonado

una vieja estructura que el tiempo embiste sin control

hay que saber quedarse y aguantar

saber que no vendrá

                                   para salvarme

nadie

Octubre

no tengo más que un fósforo para toda la noche y es octubre

un caballo cansado que me pasa la lengua por el pelo

un harapo de miedo

la edad que se articula en su tamaño

y se inserta otra vez por el aro del mundo

siempre en octubre vuelve y no trae palabras para mí

trae un silencio impuro sobre la boca cruda

y el beso que deseo

es apenas cadáver del consuelo

vuelco en octubre

soy tiza en la pizarra de sus ojos

y enhebro en la plegaria dijes de fantasía

muñequitas desnudas cuando llueve en octubre

cuando salgo a golpear por mi ración

y regreso a la cama con un vaso de leche

donde su gota de mercurio

brilla

Laura Yasan, destacadísima poeta argentina (Premio Casa de las Américas, 2008, Premio del Fondo Nacional de las Artes, 1998, Primer Premio en Poesía Inédita de los premios municipales de la ciudad de Buenos Aires, 2011, y Premio Carmen Conde, 2011, entre otros), visitó Oruro en febrero del año 2010, en el marco del Primer Festival Internacional de Poesía de Bolivia. Realizó lecturas en la Casa de la Cultura Simón I. Patiño, la plaza Castro y Padilla, así como también tuvo ocasión de recorrer la ciudad y presenciar el Carnaval de ese año, junto a otros destacados poetas de varios países. Falleció hace pocos días (en octubre habría cumplido 61 años), en su Buenos Aires natal, dejando un vacío en las letras del continente. Su labor poética, merecidamente galardonada internacionalmente quedará para deleite de los lectores exigentes. Desde las páginas de El Duende le rendimos un sentido homenaje.

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