Miercoles 16 de junio de 2021

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Muchas veces, hace muchas décadas, se dijo: “En Bolivia se vive en jauja…”De algún modo, así era porque había de todo, se ganaba mejor y el hambre no se acercaba tanto especialmente a nuestra población campesina que es, en todo momento, la que más sufre por necesidades que causa la extrema pobreza. Hubo tiempos en que los pobres no eran tantos como son ahora y tampoco los ricos poseían tanto como hoy; pero, el coronavirus se encargó de trocar todo ello y hacer que junto a la enfermedad cargada de virus monte, como en caballo del Apocalipsis, hambre y angustias para muchos: hambre por no tener qué comer y como calmar a la familia y angustia por no saber cómo mitigar los males que causa la pandemia, un mal que enferma a miles, mata a miles y agrava la vida de millones.
Cuánta diferencia hay entre lo que era el mundo – y Bolivia especialmente- con lo que es ahora con una vida con virus que cobra tan caro y de países que no sabían tanto de depender y esperar ayudas y comprensión. Cuánta diferencia con quienes padecen el dolor de haber perdido a seres queridos y cuánta por lamentar no saber cómo llegar a un hospital y, mucho más, cómo y dónde enterrar a un ser querido.