Miercoles 02 de junio de 2021

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Está probado que el coronavirus es imparable, tanto como es el descuido y la irresponsabilidad de quienes no quieren o no aceptan cumplir las normas para evitar contagios. Vivimos un tiempo en que parecería no importar ni la salud ni la vida porque hay descuidos en la población que determinan retomar la vida que se tuvo hasta el año 2019; es decir, sin angustias ni preocupaciones por la presencia de un virus que diezmaría a parte de la población.
La mayoría de la colectividad espera que las autoridades adopten medidas contra los renuentes a los cuidados; pero, es poco o nada lo que realmente se hace porque en el día a día aumentan los casos y las muertes. Hay sectores de la población, en el mundo y en nuestro país, que retomaron sus costumbres atrayendo con ello al virus para que cobre más víctimas. ¿Qué hacer? Es la pregunta del día y la amargura que se cierne sobre una colectividad que está indefensa e inclusive tiende a perder confianza en la vacunación pese a que está comprobado, es efectiva en la mayoría de los casos. Lo que ahora hay tendencia a perder es la paciencia y son los medios de comunicación, las iglesias y las instituciones gubernamentales que deben preocuparse por convocar a la colectividad para que se proponga luchar, combatir al mal, evitar descuidos y tomar todas las previsiones.