Cuando se definen fechas especiales de celebración de ciertos componentes del núcleo familiar, el caso de la madre, el padre y el niño se alientan algunos programas especiales para recordar en cada caso la existencia de esa vida y la responsabilidad en lo que atañe a la subsistencia misma de una de las partes de todo un conglomerado social.
Está bien que se recuerde de manera particular un día al año a cada ser, pero en nuestro medio resulta incongruente que el resto del año las cosas pasen como… si no pasara nada, precisamente para esos componentes familiares.
En el caso del niño, la responsabilidad es absolutamente determinante en lo que corresponde a los progenitores, los padres, que están obligados a brindar a sus niños todos los cuidados que estos necesiten hasta hacerse jóvenes y adultos. Es por tanto una tarea de grandes sacrificios y de mucha paciencia, pero al mismo tiempo de gran entereza para sacar adelante a los retoños que nacen de la unión familiar y se convierten en frutos que deben ser cuidados celosamente hasta alcanzar su pleno crecimiento y preparación.
El Día del Niño debe servir nada más que como recordatorio de las enormes responsabilidades de toda la comunidad para con ese sector de la sociedad que absolutamente todos los días del año debe merecer atención prioritaria, responsable y solidaria.
Es repetitivo señalar que la niñez y la juventud son el futuro de la Patria, es más real tomar conciencia de que son el presente de la Nación y por eso merecen atenciones ahora para ser fuertes, serviciales, útiles y buenos ciudadanos en el futuro. Las políticas oficiales deben desarrollarse en ese sentido, entendiendo que es bueno pensar en el futuro, pero es mejor salvar las responsabilidades del presente.
Un día para que los niños puedan asistir libremente a los parques, en algunos casos sin costo de entradas, programas en algunos establecimientos educativos, no faltará un regalito alusivo a la fecha y una caricia más de las acostumbradas que completarán la recordación… y eso es casi nada frente a la obligación de padres y autoridades para proporcionar a los niños todos los elementos necesarios que garanticen su bienestar, sin sobresaltos, sin ninguna restricción y en igualdad de condiciones.
Algo importante es entender que el hogar es el núcleo interno de la familia donde comienza la formación de los niños, varones y mujercitas, ese hogar es la primera escuela en la vida del ser que se prepara para enfrentar un futuro de vicisitudes que podrá sortear sin dificultades en la medida de su preparación inicial.
Las políticas públicas sobre este delicado asunto deben tomar en cuenta algunos referentes ineludibles sobre la estimulación temprana de los niños, cuidar el entorno familiar en el que crecen, priorizando las necesidades de nutrición de los niños, de suerte que su alimentación esté de acuerdo con su crecimiento, para su desarrollo integral, pero fundamentalmente emocional y fisiológico.
Un día del niño boliviano que debería estimular la responsabilidad de los adultos y especialmente de los gobernantes para definir políticas sociales que garanticen fuentes de empleo con salarios de dignidad, para que no falte el pan del día y se cubran todas las necesidades de los niños, en todas las familias del país. El mejor homenaje al niño es garantizar ahora su presente y su futuro.
Fuente: La Patria
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