No es una exageración señalar que la salud de la población está en peligro de muerte, debido al problema que sostienen los médicos, el personal para médico y servicios de centros médicos con el gobierno, en un conflicto social que debería merecer un tratamiento en ese nivel y no en otro, que afecta la seguridad de las personas.
La ciudadanía en los últimos días ha sentido la ausencia de médicos en los policonsultorios de la Caja de Salud o en los centros hospitalarios de orden general que sólo atienden “emergencias”, pero que por supuesto tendrán que ser extremas para recibir una atención sólo parcial y por tanto más peligrosa que el remedio clínico.
Es bien cierto que la actividad médica se constituye en un factor imprescindible para toda la población, no debería parar su tarea en ningún momento y bajo ninguna circunstancia, pues del servicio médico dependen muchas vidas.
Una medida dispuesta por el Ejecutivo aumentando las horas de trabajo de los médicos de 6 a 8 en cada jornada diaria, como sucede con el resto de todas las actividades regularmente conocidas y que están enmarcadas en la Ley General del Trabajo, aspecto que precisamente demandan los médicos para admitir ese incremento en su horario cotidiano. Más claro trabajarán ocho horas, pero deberán estar como todos los trabajadores regulares, al amparo de la Ley laboral, aspecto que no tomó en cuenta el estratega oficial para aplicar la medida de las ocho horas.
Si bien es cierto que por las características de trabajo, los médicos deben trabajar más de 6 horas en caso de atención de operaciones o terapias intensivas, no es menos cierto que también hacen uso de turnos especiales, permitiendo que sus horarios no sean recargados, más aún si se trata de atención en consultorios, donde no se atiende un paciente más fuera de hora.
El otro aspecto es que los servicios de salud pública adolecen de infinidad de fallas, deficiencias de estructura, reducido personal, carencia de medios para responder con eficiencia a la demanda ciudadana cada vez mayor por el mismo crecimiento vegetativo de la población y quién creyera, por el aumento de males en esa colectividad expuesta a una serie de factores que atentan contra su salud, la misma que debe ser atendida por los profesionales médicos.
Estamos frente a un gravísimo problema que se plantea con inusitado dramatismo cuando la amenaza médica es mantener la huelga general y, en caso extremo de no ser atendidos sus planteamientos, suspender incluso los servicios de emergencia, que dicho sea de paso no están cumpliendo su rol.
Ya se ha dicho que el problema de atención a la salud de la población necesita soluciones estructurales y estrategias sociales particularizadas, pues no sólo se trata de aumentar dos horas más de trabajo a los médicos, sino que estos cumplan su horario, cualquiera que sea, con eficiencia, responsabilidad, calidez y seguridad, aspectos que además deben ser respaldados efectivamente con mejores estructuras hospitalarias, con adecuada dotación de instrumental y equipos actualizados, para atender toda suerte de especialidades, pero además exigiendo una constante actualización y especialización de los médicos, para garantizar su trabajo de atender la salud de la población.
Cuidado con las consecuencias de llegar a medidas extremas que provoquen dramáticos desenlaces en la comunidad. Gobierno y médicos deben transar de una vez, sin caprichos, sin presiones, adecuando las circunstancias a la realidad del país, al cumplimiento de normas, a la vigencia de las leyes, a la responsabilidad de cuidar la vida de las personas.
Fuente: La Patria
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