9 de abril de 1952 y las transformaciones estructurales
09 abr 2012
Por: Santiago Berríos Caballero
Históricamente se conoce que el constitucionalismo liberal con el que nació la República a partir del año 1826 fue transformado al constitucionalismo social con posterioridad a la Guerra del Chaco, siendo obra de grandes estadistas militares como lo fueron el Gral. David Toro, el Tcnl. Germán Busch y el Cnl. Gualberto Villarroel.
El primero de los nombrados, que fuera declarado socialista, expulsó a la transnacional Standard Oil y recuperó nuestro petróleo a favor del Estado y paralelamente fundó Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), mientras que el Tcnl. Germán Busch introdujo en la Constitución Política del Estado varios beneficios de orden social a favor de la clase trabajadora, así como logró consolidar la nacionalización de la Standard Oil, puesto que esta transnacional había formulado una demanda contencioso-administrativa en contra del Estado, la que finalmente recibió un Auto Supremo de la Excelentísima Corte Suprema de Justicia de la Nación, declarando IMPROBADA dicha demanda.
A partir del año 1943, el Cnl. Gualberto Villarroel fue el iniciador de la inclusión de los indígenas y campesinos a la vida nacional, habiendo convocado al Primer Congreso Indigenista que posteriormente dio nacimiento al sindicalismo campesino en Bolivia. Sin embargo, es pertinente referirnos a la alianza MNR- Federación de Mineros que, en 1946 antes de la caída del gobierno revolucionario del Cnl. Villarroel, determinó la famosa Tesis de Pulacayo, la que finalmente se constituyó en el instrumento político-sindical que logró la revolución del 9 de abril de 1952.
Hay que recordar que, tanto la Federación Obrera Sindical (FOS) como la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (Fstmb), fueron quienes fundaron la Central Obrera Boliviana (COB), que en alianza surgida en Catavi con el Movimiento Nacionalista Revolucionario, se constituyeron en los actores de las grandes transformaciones sociales, como la Nacionalización de las Minas, la Reforma Agraria, el Voto Universal y la Reforma de la Educación, conquistas estas que determinaron la definitiva inclusión de los sectores marginados a la vida nacional. Ya no existen desde aquellas memorables jornadas de abril ciudadanos de primera y segunda clase, aunque posteriormente se hubieran desviado algunos de los conductores de esa epónima hazaña.
Corresponde recordar que inicialmente fue la Federación de Mineros la que se constituyó en la vanguardia de la lucha obrera, cuyos dirigentes fueron Juan Lechín Oquendo, Mario Torres Calleja, Abel Mealla, Melquíades Luna, Grover Araujo, Felipe Bernal, Antonio Gaspar, mientras que el Movimiento Nacionalista Revolucionario recibía las doctrinas de Carlos Montenegro, Augusto Céspedes, Víctor Paz Estenssoro, Augusto Cuadros Quiroga, Walter Guevara Arze y Hernán Siles Zuazo.
La Tesis de Pulacayo recibió grandes aportes de aquel político incorruptible como lo fue Guillermo Lora del Partido Obrero Revolucionario (POR), aspecto que es necesario resaltar para conocimiento de las nuevas generaciones.
Es decir que aquella Alianza COB-MNR, fue el instrumento generador de esas transformaciones estructurales desde el año 1946, pero patentizadas a partir del 9 de abril de 1952.
Es imprescindible conocer la historia por parte de la juventud, de manera que ese conocimiento conduzca a tener una vivencia de lo que fuera un país en el pasado, de modo que no se admita una obnubilación por quienes ejercen el poder político transitoriamente, y pretendan negar la verdad histórica acaecida en un país.
Han transcurrido ya 60 años de aquel acontecimiento histórico, y corresponde un balance de las conquistas, los obstáculos, los retrocesos, y las traiciones que pretendieron (y pretenden) desvirtuar su contenido, al extremo de que supuestos “socialistas” no quieren reconocer las bondades de aquella epopeya y se consideran depositarios de la verdad absoluta.
Es cierto que durante el primer gobierno COB-MNR, que transcurrió desde abril de 1952 a agosto de 1956, en cuyo periodo se introdujeron aquellas transformaciones estructurales, se presentaron varias discrepancias entre los miembros del gabinete ministerial, producto del sistema democrático, tal como nos lo hicieron conocer posteriormente algunos de sus actores, que, sin embargo, no conspiraron en absoluto para interrumpir dicho proceso; fue a partir de agosto de 1956 que se observaron actitudes que contrariaban a los postulados emergidos en las jornadas de abril, al extremo de que se estaba retrotrayendo al Estado colonial, lo que significaba una suerte de traición al constitucionalismo social, tal cual se extrae de los hechos sucedidos en dicho periodo.Los 60 años transcurridos desde aquel 9 de abril de 1952 al presente, determinaron la necesidad de un cambio en el sistema, pero no en los parámetros que hoy se observan y que tienen mucho que ver con el neoliberalismo al que se combatió en los últimos tiempos, tal cual lo previenen tanto en los movimientos sociales como en los sectores sindicales.
¿Se repetirán las jornadas de abril dada la actual realidad nacional (porque así se observa a futuro), en razón de no haberse dado cumplimiento a la Agenda de Octubre, como también se continúa manteniendo tanto el D.S. 21060 como la Ley de Capitalización, y no se produjo la nacionalización de los hidrocarburos?
(El ejercicio del poder corrompe y su sometimiento degrada).
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