Miercoles 21 de abril de 2021
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Conforme transcurren los días, más patente se hace la corrupción, haciendo cierta la alianza entre el coronavirus y el comportamiento de funcionarios que tienen labores específicas con las compras, importaciones y distribución de las vacunas, porque las referencias sobre hechos dolosos relacionados con el preventivo medicamento contra el coronavirus, no sólo se produjeron en Bolivia sino que se presentaron en el Paraguay donde, de entrada, hay 93 casos investigados y tienen que ver con la corrupción de funcionarios.
La falencia de valores morales es mayor cuanto más sufrimiento hay con la pandemia; aumentan los casos que parecen despertar el menosprecio de la salud y la vida con tal de tener dinero y van y vienen los negocios turbios. Todo muestra que no hay un mínimo de honestidad y el verbo robar ataca por uno y otro lado donde pretende imperar el “nada importa cuando hay ofertas de dinero”. Las ofertas, pues, están prestas a cubrir las necesidades.
La corrupción, mal muy agravado en los últimos quince años, encontró un gran semillero en los funcionarios sin principios de moralidad y dispuestos a venderse muy baratos. Lo grave de esta situación es que no hay autoridad que se digne aplicar las leyes y cuando se conocen casos, a lo más que se recurre a “cautelarlos sin saber hasta cuándo”. Parecería que “en compensación” las autoridades hacen declaraciones y muestran propósitos de aplicar las leyes; pero, a cada palabra de lo dicho se añaden nuevos casos y la torta crece ¿hasta que se acaben los corruptos? Las autoridades del gobierno y de los departamentos deben tomar conciencia del mal que significa el “dejar hacer y dejar pasar” que aprovechan los corruptos para negociar hasta la vida de la población, seguros de que las leyes no los alcanzará y con ello tienen inmunidad para delinquir con impunidad.