Warning: inet_pton(): Unrecognized address in /home/lapatri2/public_html/wp-content/plugins/wordfence/vendor/wordfence/wf-waf/src/lib/utils.php on line 28
Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 JLL - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Desde los 19 años, y hasta su muerte en 1976, (José) Lezama Lima vivió en Trocadero 162, La Habana Vieja. Casi podría decirse que no salió de su barrio. Iba a la librería “La Victoria”, en las calles Obispo y Compostela, a unas diez cuadras de su casa, en donde se reunía con los colaboradores de la revista Orígenes; tomaba algo en “Lluvia de oro”, un café que quedaba a unos metros de la librería; tres o cuatro cuadras hacia el mar, estaba la casa del pintor Mariano, en donde surgió el nombre para la revista; a igual distancia quedaban los Talleres Úcar García donde la llevaba a imprimir.
Terco habitante de su ciudad, viajó apenas dos veces al extranjero. Una vez pasó por México, en 1949, y al año siguiente lo hizo por Jamaica. Eso es todo. Incluso cuando en los ’60 adquirió cierta fama internacional (al principio gracias a Cortázar, luego por los trabajos de Severo Sarduy) Lezama tampoco salió de Cuba, ni para asistir a presentaciones ni para dar alguna conferencia, ni siquiera para visitar otro país.
Escribir desde un barrio puede ser una gran limitación. Incluso desde un barrio de La Habana, que fue un importante puerto durante la colonia, y que adquirió una visibilidad impresionante durante la Revolución. ¿Cómo escribir sobre China, el cristianismo primitivo, los colores del Nilo o una Europa a la que, como casi todos los latinoamericanos, Lezama admiró y deseó? No vio los colores del río ni las nostalgias europeas, tampoco las novedades de Nueva York ni la refinada extrañeza oriental. No fue testigo de esas cosas. Pero escribió sobretodo eso y más. En el ciclo de conferencias que luego seconvertiría en La expresión americana (1957), Lezama hizo una personalísima historia del Continente. Escribió sobre la pampa y el gaucho, sobre el Aleijadinho, su lepra y sus esculturas brasileñas, sobre la princesa incaica en el portal de San Lorenzo del Potosí; pero sólo contaba con sus visitas a México y Jamaica, o bien con la infinidad de lecturas que hacía desde su gabinete de asmático. Para escribir un libro semejante, el dominicano Pedro Henríquez Ureña tuvo que padecer un exilio de por vida; tuvo que vivir en México, Argentina, recorrer el continente, y terminar dando unas conferencias en Estados Unidos para lograr Las corrientes literarias en la América Hispana. En cambio, Lezama buscó el extranjero en los libros, las láminas, lo que le contó uno y lo que pudo imaginar. Existe una geografía del recuerdo, que es la del testigo. Desde sus inicios, América ha dado este tipo de obras, desde las crónicas de la conquista a los libros de viaje de Humboldt, de las visitas de Sarmiento al americanismo del siglo XX. Pero también existe una geografía imaginaria, hecha con los recuerdos de los otros y la propia imaginación, y esa geografía es, quizá, la de la isla de la Utopía de Tomás Moro y la que Lezama compuso sobre el resto del mundo. Se trata de un territorio íntimo, de una cartografía personal.
Aunque Lezama asimiló el extranjero en sus complejos poemas, ensayos y en su obra narrativa, son sus papeles personales los que constituyen el escenario principal para esta geografía imaginaria. En particular la correspondencia, porque los diarios, si bien muy interesantes desde otro punto de vista, son cuadernos de citas, reflexiones y apuntes, nada parecido a la mezcla chismosa de amores, deseos y malestares que encontramos en los diarios de otros escritores. Por otra parte, desde que a los ocho años escribiera la primera que conocemos, Lezama dispersó una cantidad innumerable de cartas.
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.