Las narices respingadas de la diplomacia

Algo insólito ocurrió en un Gobierno democrático como el que tenemos ahora, pues antes no se había visto algo similar, se despidió a diplomáticos de carrera para colocar en su lugar a personas que trabajaron por el partido político que hoy nos gobierna, pero más insólita fue la explicación del ministro del área, cuando dijo que los echados son “de nariz respingada”.

El ministro de Relaciones Exteriores señaló que se los había despedido porque no le hacían bien al país, ya que según él, se la pasaban en fiestas y banquetes, doblando el meñique para arriba, en lugar de trabajar por el país.

La Diplomacia es una profesión cuyo objetivo es representar y velar por los intereses de un Estado y de su nación, en relación a otro Estado u organismo internacional, al principio se les llamaba así a los embajadores que llevaban consigo un diploma que les acreditaba como representantes de un país.

Con el tiempo la carrera diplomática fue adquiriendo otros matices y los estados, mediante sus gobiernos, acordaron respetar a quienes se prepararon en universidades para ejercer dicha carrera por lo delicado que resulta mantener buenas relaciones entre estados, y es por eso que muchas veces los diplomáticos asisten a banquetes, cenas, almuerzos, ya que se cree que en un ambiente distendido es mejor realizar negociaciones.

Los diplomáticos, además, como parte de su carrera aprenden a decir las cosas con mesura y con tino, para evitar problemas precisamente, por lo que no se puede admitir que un canciller se exprese de los diplomáticos de manera despectiva o peyorativa, no puede insultar y menos dar muestras de actitudes discriminatorias, por lo que los profesionales de esa carrera se molestaron con el ministro y anunciaron el uso de la ley 045 para procesarlo.

Los servicios del personal de Cancillería en Bolivia se fueron debilitando porque cada ministro de Exteriores que asumió el cargo quiso rodearse de su gente de confianza, desdeñando la carrera de los profesionales en Diplomacia, que al principio del Gobierno del Movimiento Al Socialismo, MAS, se comprendió que eran necesarios, aunque no les gustase; pero el último canciller se llevó la flor, porque no sólo despidió a un centenar de diplomáticos, sino que los despreció al señalar que son “de nariz respingada, al servicio de Estados Unidos”.

El hecho de prescindir de los diplomáticos de carrera lleva a Bolivia a los errores ya conocidos, como el fallido intento de recuperar un acceso soberano a las costas del Pacífico, en un vergonzante proceso contra Chile, que terminó por darle la razón al vecino país, cuando era posible mantener una esperanza de volver al Litoral si el asunto se trataba de manera adecuada.

Mientras el canciller se pelea con los profesionales bolivianos en Diplomacia, queda un proceso pendiente con el vecino Chile, se trata de las aguas del Silala, un manantial cuyo cauce natural para las autoridades del país del Mapocho es un río de curso internacional, lo cual no es cierto, ya que esas aguas fueron desviadas para alimentar a las locomotoras cuando ambos países compartían el servicio del ferrocarril. Ése y otros asuntos están irresueltos para el Ministerio de Exteriores, por lo que se debe reconsiderar la contratación de personal de carrera y atender cuanto antes esos pendientes.