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Domingo 28 de febrero de 2021

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Revista Dominical

Las bibliotecas como patrimonio de las ciudades

28 feb 2021

Por: Marlene Durán Zuleta Poeta, escritora, compositora e investigadora de la cultura orureña

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La Unesco en 1949, publicó un Manifiesto sobre la biblioteca pública y el año 1972 en ocasión de celebrar el Año Internacional del Libro nuevamente volvió a difundir este documento. “La biblioteca pública, paso obligado del conocimiento, constituye un requisito básico de la educación permanente, las decisiones autónomas y el progreso cultural de la persona y los grupos sociales”.

Las bibliotecas públicas, abren sus puertas y permiten que el lector ansioso de lectura se asome, es decir este espacio abierto es para todos, donde se encuentra conocimiento, gozo espiritual, y muchas razones personales, que se vuelve hábito. A pesar de la competencia de videos y celulares, este último, de tamaño pequeño, aparato tecnológico donde se pueden encontrar resúmenes u obras completas de muchos escritores, nunca han de sustituir a la obra física, publicación que se toca, se deletrea, si se carece de energía eléctrica, allí está el libro intacto, perenne, único, valioso e insustituible. Un libro puede llegar a ser un patrimonio de una ciudad, de un país, del mundo.

Contamos con bibliotecas, sólidas en su funcionamiento, como de la Universidad Técnica de Oruro en sus diferentes carreras. Lamentablemente por este tiempo de pandemia, se mantienen cerradas, sin embargo, virtualmente lograron introducir algunos textos y en esta contingencia los alumnos deben recurrir a este método. Sin embargo, la Biblioteca Central es gran referente, es la más conocida, cuenta con libros de varias especialidades.

La Alcaldía de nuestro terruño, también posee libros de gran relevancia, podríamos describir que están en dos espacios, uno en pleno centro, es la Biblioteca “Marcos Beltrán Ávila” y el de la Casa de la Cultura Javier Echenique, donde está el archivo histórico, los libros de cabildo y otros escogidos.

Aquí también tenemos el importante archivo de la Corte Superior de Justicia, ya declarado como patrimonio histórico, por contar con libros de antigua data.

En nuestra querida ciudad, otrora se crearon Centros de Beneficencia, con fines especialmente culturales, uno de esos repositorios, es la Sociedad de Socorros Mutuos de Artesanos. Desde 1876, cuenta con estatutos que, durante toda la vida institucional, ha ido cumpliendo a cabalidad. Entre sus bienes se tiene un edificio, sito en la calle Sucre y La Plata, precisamente en esta última se encuentra la Biblioteca que fue dispuesta especialmente para sus socios y familias desde 1924. Con el transcurrir del tiempo ya en 1943, abrió sus puertas para quien tuviera interés de encontrar episodios desde Miguel de Cervantes, libros para todas las edades, es decir había logrado concentrar diferentes títulos que indudablemente son su mayor referencia. Irónicamente la mayoría de las bibliotecas están abiertas en horas de oficina, en cambio esta biblioteca obrera denominada “Rosendo Carrasco”, en su momento atendió desde las 18:00 p.m. hasta las 21.00 p.m. dando tiempo a quienes cumplían labores de

trabajo durante el día, posteriormente desde hacen más o menos dos años atrás abrieron las puertas desde las 15.00 p.m. hasta las 19.30 de la noche.

Probablemente en el compromiso de los socios primigenios (hoy fallecidos), no existió dudas en crear una biblioteca imprescindible y necesaria, entonces es innegable pensar que abandonarían o desprotegerían estos libros, cuyos episodios han ido acumulándose y llenando espaciosos estantes.

Los lectores consideran que las bibliotecas deben existir y permanecer, y, la función de quienes son responsables, es resguardar los libros que son clasificados y catalogados. Los imborrables libros, abarcan un sinfín de títulos desde la Biblia, historia, los conflictos bélicos, educación, derecho, la filosofía de los griegos, la ciencia, la comunicación, el arte, la poesía, podemos recordar los versos de Virgilio, también se pueden incluir manuscritos que con el tiempo han sido impresos y amén de otras obras importantísimas.

Existe la cultura del libro y son legado de este ambiente, de la Biblioteca “Rosendo Carrasco”, los muebles fabricados por sus socios, especialmente para resguardar del polvo, obras valiosas indudablemente que merecen permanecer en el mismo sitio, es decir no tendrían que ser reducidos en cajas donde no puedan ni respirar las hojas y con el tiempo cambien de color, se estaría atentando a quienes quieren leer y no se puede privar del alimento espiritual a los que acuden sigilosamente en busca de un libro, para quienes leemos tiene valor incalculable.

Antes de fallecer la Dra. Bertha Portillo Lazcano, hizo referencia que su pequeño estante junto a sus libros los donó a la Biblioteca “Rosendo Carrasco”, es probable que como ella otras personas hayan entregado en calidad de obsequio sus joyas irremplazables. ¿Dónde nos apoyamos si queremos entregar algún lote de libros a esta biblioteca, en calidad de donación?

Nos enteramos que existe una posición para cerrar este templo del saber y la pretensión de entregar el ambiente para otro fin, no próximo a la lectura, creo que esto no puede prosperar. Por el tiempo esta biblioteca tiene prestigio, están próximos a un centenario, hasta hoy se ha mantenido incólume y los descendientes se sorprenden, igual que muchos usuarios como quién escribe.

Recordemos la Biblioteca de Alejandría, que durante miles de años mantuvo su estatus y la modernidad no ha borrado esas huellas, nos hace recordar y reflexionar que se puede rescatar y conservar las obras, con la lectura se avanza, valora y se aprende.

A este cúmulo de sinsabores, en este tiempo todo el mundo ha sido sorprendido por la pandemia y esta vez “el agua mojó a todos”, algunos de los afectados lograron sanar, otros sensiblemente perdieron la vida. En toda esta tragedia universal, no he leído absolutamente nada, que alguna institución pretenda cerrar definitivamente las puertas de su biblioteca, al contrario, por medidas de seguridad no están atendiendo, pero ello es eventual hasta que pase esta desgracia, este laberinto no será para siempre.

No se puede pensar en eliminar los libros de esta biblioteca ni ningún libro, es decir no se puede privar de la lectura a niños, jóvenes o adultos, queremos a los descendientes con más conocimiento y la lectura es el camino.

Ninguna explicación es convincente para pretender deshacerse de ningún libro, bajo ningún rótulo. Los socios y la Directiva, deben comprender que en la educación está la lectura aun para los longevos, que pueden acudir a la autoenseñanza. Los lectores sea cual fuera su edad, están a la saga de nuevos títulos, quienes son responsables de la Sociedad de Socorros Mutuos de Artesanos que imagino son hombres de bien, deben saber que no es fácil deshacerse del bien común, finalmente todos son dueños de los bienes materiales de esa Institución, por ello mismo deben preservar lo que con el transcurrir del tiempo sus ascendientes lograron reunir y tener como decálogo, el respeto al libro.

Hoy finalmente ya es una biblioteca pública, la misión de todo hombre en este planeta es conservar los libros, memorias, manuscritos, recopilaciones, diccionarios, enciclopedias, gacetas, todo lo escrito enriquece, es una comunicación escrita.

En esta hora de desaciertos por nuestra realidad, no seamos tan crueles, valoremos el libro que es un patrimonio. Seamos vigilantes del conocimiento que contienen y que es la vida misma.

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