Hugo Molina Viaña (Oruro,1931 - La Paz, 1988). Profesor y escritor de Literatura para niños. Miembro fundador de la agrupación de escritores y artistas “Gesta Bárbara” en Sucre (1948), Oruro (1949), Santiago de Huata (1950) y Tupiza (1951) y del Comité Nacional de Literatura Infantil-Juvenil (1964). Presidió y organizó la filial boliviana de la Organización Internacional para el Libro Infantil y Juvenil (IBBY, 1975-1985). Ha publicado: Palacio del Alba (1955), Lucero de Seda (1956), Martín Arenales (1963), El Duende y la Marioneta (1970), Ratonela (1974), Vicuncela (1977), Viajeros del Espejo (2007), Martín Pescador (2007), Pilicitu Pilinín. Poemas con fonemas quechuas (2008), Poemas para llevar en la mochila (2010).
Martinico
A los niños de San José de Costa Rica
Chico, chico
Martinico,
baila el tico
tico-tico.
Es un chico
con hocico,
que no tiene
zapatico.
¿Es Perico?
¿Es el Quico?
Manolito,
Martinico.
¿Quién responde?
¿Es un conde?...
¡Dónde, dónde
pues se esconde!
Es un duende
y muy duendo,
duende, duendo
no comprendo.
Salta, salta,
lero, lero,
baila el duende
hasta enero.
Duende Negri
A los niños de los Yungas
Oh, mi Duende Negri
cuerpo de jazmín,
te diste en la luna
tu baño de hollín.
Ojos de aceituna,
dientes de turrón,
luces de bengala
en tu corazón.
¿Oh, mi Duende Negri
dónde se va usted?
A pintar la tarde
con un buen café.
Y a jugar con duendes
de cacao bombón,
y a encender diamantes
con un buen carbón.
Oh, mi duende venga,
a bailar aquí,
grano de granada
le daré un rubí.
Manuelito de Seripona
A los niños de Sucre
Del lejano tiempo
de Maricastaña,
donde por leer tanto
se perdió la araña.
Se habla de aquel elfo
leve como el viento,
argonauta blanco
de invisible cuento.
Dicen que lo vieron
por los abedules,
volaba aires limpios
en gasas azules.
Lo arrulló una niña
que lo bautizó:
Chico Manuelito
de mi corazón.
De Azurduy a Sucre
se fue por melcocha
y voló de un gran salto
en una garrocha.
Le compró a la niña
suspiro y merengue,
y en aquel entonces
ya bailaba el dengue.
Manuelito el trasgo
el de Seripona,
hoy juega la ronda
con doña ratona.
El cucu
El viejo cucu
era el espanto,
si no dormías
estaba al tanto.
¿Quién era el cucu?,
¿quién lo sabría?
que nunca vino
hasta ese día.
Pariente fuera
de trucutucu,
¿o era tan sólo
como un ancucu?
Aquel don cucu
se fue al rincón,
a cazar moscas
y un moscardón.
Así no vuelve
a tu canción,
y tú te duermes
como un lirón.
El Duende de La Glorieta
Quién no conoce
al picarón,
es la muñeca
su devoción.
Con ojos glaucos
de Mentisán,
y la mirada
de celofán.
Con un tomate
se hizo un sacón,
y de lechuga
su pantalón.
Toca la solfa
en el flautín,
con la canilla
de condorín.
Si tú no has visto
al cabezón
busca un sombrero
en un rincón.
Elfo azul
Trasgo rosa
elfo azul
duende blanco
de abedul.
Seda y dalia
tu capuz,
tu sonrisa
lampo azul.
Eres lirio
del portal,
niño estrella
de cristal.
Trasgo rosa
elfo azul
duende blanco
de abedul.
En el transcurso de su fecunda existencia, Molina Viaña se hizo acreedor a muchas distinciones y premios. De fina sensibilidad, la vida de Molina Viaña estuvo íntegramente dedicada a los niños, como poeta y como maestro. Para ellos produjo un notable número de poesías y prosas poéticas, siempre “gustando de la palabra musical y las imágenes plásticas”, como señala Yolanda Bedregal. Comentando El duende y la marioneta, Carlos Castañón Barrientos escribía: “En verdad el poeta ha logrado construir sobre las ruinas de aquel otrora magnífico lugar que fuera patrimonio de una familia principesca, una mansión de ilusiones, donde los visitantes pasan sin transición visible de la realidad a la fantasía, dominando esta última, al fin, de manera absoluta”. (Letras Orureñas)
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