Domingo 28 de febrero de 2021
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Las esperanzas humanas, cuando se han elevado hasta el cielo, o cuando se han hundido en el abismo, son agitadas por encima de un océano de falsas ilusiones. Jamás ningún mortal obtuvo de los dioses un presagio cierto que le iluminara sobre las cosas futuras, y nuestro espíritu no puede desgarrar las tinieblas del porvenir. A menudo desgracias imprevistas desvían nuestras esperanzas y nuestros deseos; a veces también, quien tuvo que salvar horribles tormentas suele trocar su infortunio por la máxima prosperidad.
Píndaro
Versión en prosa de Agustín Esclasans
(fragmento)