Viernes 12 de febrero de 2021

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Reactivar la minería y la metalurgia, de manera general, exige decisiones prácticas que sean dispuestas y cumplidas fielmente en los niveles que corresponda al aparato gubernamental para que se vean los resultados prácticos de un cambio que también es ineludible en el manejo administrativo de la estatal minera, la burocrática y pesada Comibol.
Cuando se trata de mostrar algunas intenciones de querer pretendidamente lograr simpatías con la comunidad de un distrito, como el caso de Oruro, se acude al fácil argumento de las promesas, sin tomar en cuenta que existen una serie de obstáculos que deben ser eliminados y reemplazados por programas de alto nivel técnico para buscar la meta de “reactivar la minería”.
Uno de los mayores problemas tiene que ver con el campo financiero, pues hay que recordar que hace mucho tiempo no se ha dispuesto ningún soporte de magnitud para encarar algún nuevo emprendimiento en los sectores de la minería y metalurgia. Al contrario lo que se observó casi al final de la pasada gestión es que se agudizaron los problemas económicos, poniendo en riesgo el trabajo regular de las empresas mineras del Estado, principalmente los casos de Huanuni y Colquiri, ante la existencia de una millonaria deuda por parte de la Fundición de Vinto, que no pagó oportunamente por la compra de concentrados para su transformación en metálicos.