Está transcurriendo otra Semana Santa y el pueblo cristiano expresa de diferentes modos su sentimiento de fe, renovando su esperanza de lograr mejores condiciones de vida en un tiempo de limitaciones para muchos y de holganza para otros, en un proceso contradictorio en que persisten los agravios y las amenazas, en que no todos pueden hablar frente a la prepotencia que existe en ciertos sectores… hay que perder el miedo para enfrentar a los que hacen daño y postergan los anhelos del pueblo.
Una valiente exhortación del máximo prelado de la Iglesia en nuestro país señala que “no podemos acobardarnos frente a los pocos que pasan su tiempo haciendo el mal”, cuando la mayoría de la gente sencilla quiere vivir en paz, en armonía, en hermandad y solidaridad, este es un tiempo para hacer promesas de cambio y encarar con la conciencia limpia ese acercamiento al Hijo de Dios, que ya está sufriendo toda suerte de vejámenes en un proceso que se acerca al final de un Vía Crucis que se cumplirá en las próximas horas y que dos días después permitirá la redención de los humanos a través de la Resurrección.
Cada boliviano expresa sus sentimientos, más allá de pedir por los seres queridos, por la familia, hay un ruego al Altísimo para que lleguen mejores días para la comunidad boliviana, hay quienes quieren que pare la violencia y la impunidad, la injusticia y la persecución, el mayor deseo es que reine la paz y la justicia, que la riqueza prodigiosa de nuestra tierra nos sirva a todos de igual manera y en igualdad de condiciones.
Los sacerdotes se ocupan de renovar los sentimientos de fe, recordando que en cada familia, en cada barrio, en cada institución, en cada lugar de nuestro país surjan más corazones conscientes de amar y servir, corazones capaces de amar, generosos y desprendidos, tan significativamente activos como para unir y reconciliar a la colectividad.
Estamos avanzando en otra Semana Santa, un tiempo corto pero de grandes reflexiones, un tiempo para mirar de manera justa a la humanidad entera, entendiendo su diversidad de culturas y civilizaciones, sus costumbres y sus tradiciones, sus inquietudes y sus anhelos, un tiempo para acercarnos a la realidad de una vida que necesita de fe y sentimientos para hacer buena vida.
La comunidad cristiana estará en los templos, estará siguiendo la vida y pasión y muerte del Hijo de Dios, en este breve periodo que nos lleva a otra dimensión para entender que ésta celebración que cada vez reúne a más fieles “es una gran puerta por la que el Señor Jesús se dirige a la culminación de su vida terrenal”.
No hay que perder de vista ni dejar de escuchar el mensaje de los sacerdotes cuando en cada acto de ésta Semana Santa convocan a la unidad, pero para enfrentar sin miedo a las condiciones adversas que todavía predominan y alteran las buenas intenciones de vivir colectivamente en paz, con justicia y libertad.
Todos quisiéramos que la Semana Santa que transcurre con actos de constricción y que finalizará con glorias y aleluyas el domingo próximo, deje marcado un mensaje para vivir mejor, entre todos los bolivianos, sin miedos, sin violencia, sin mentiras y más bien con mucha paz, amor y justicia.
Fuente: La Patria
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