El Sumaj Orck’o de la Villa Imperial

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Muy imponente se ve de lejos, muchas veces por los rayos del sol cambia de color, a veces se lo ve algo rojizo y en otras ocasiones algo gris. Está asentado allí por siglos, viendo enmudecido, cómo la vida pasa en la Tierra.

Tiene más orificios que un queso gruyere, todo por la ambición del hombre, cual termita invade su seno para explotar desde hace siglos, uno de los metales más cotizados por el hombre, como es la plata. Aquel sitio con historia, lleva el nombre de Cerro Rico de Potosí, conocido también como el Sumaj Orck’o de la Villa Imperial.

Está ubicado en el departamento de Potosí, provincia Tomás Frías, a 4.782 metros sobre el nivel del mar, a cuyos pies fue erigida por los europeos una ciudad que tuvo, al inicio de la colonización, un rol protagónico, pero no hubiese sido importante si no ocurría su descubrimiento, que, dicho sea de paso, fue accidental.

La noticia la pasó a su amo de apellido Villarroel y a partir de ese momento se hizo el

descubrimiento de las impresionantes vetas del Cerro Rico. Los españoles se asentaron en el lugar y durante toda la colonia construyeron España con la rica plata de aquel cerro.

Incluso se atrevieron a decir que la cantidad de plata era tal, que se podía construir un puente de plata entre América y Europa. También fue calificada como la octava maravilla del mundo por Fray Diego de Ocaña.

El tiempo pasó y aquel hermoso cerro, aún continúa de pie, viejo y quizá hasta cansado de haber dado tanto a quienes hicieron de su cuerpo un bastión de riquezas. Levantó a Bolivia, pero no a su tierra, que lucha por seguir adelante en un momento en que la crisis económica se cierne sobre el país.

Fuente: LA PATRIA