Reinados de belleza y otras coronas

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Podemos no ser fanáticos de los certámenes de belleza, no estar de acuerdo con la forma en que se desarrollan o los cánones de belleza requeridos. De hecho, en algunos de ellos, una de las condiciones para ser candidata, es contar con 17 años, edad en la que aún no se es mayor de edad, cuando supuestamente se alcanza la madurez necesaria para ser parte del complejo mundo de los reinados de belleza.

Si partiéramos de esta premisa; todos los concursos de belleza infantiles, prejuveniles y juveniles ingresarían en este cuestionable campo de competencias. Desde luego, no olvidamos que, en muchos casos, los propósitos son totalmente plausibles (especialmente aquellos que se destinan a la beneficencia en nuestra sociedad).

En el caso puntual de “Miss Bolivia”, reconocido certamen de belleza, me pregunto para ejemplificar: Si decides participar en un concurso de matemáticas o de literatura, deberás dominar dichas asignaturas o al menos destacarte en ellas para poder concursar. ¿Se entiende?

También será importante destacar la importante labor cultural que una Miss Bolivia puede desempeñar. Un punto innegable, no sólo en nuestro país, sino en el mundo, es que la presencia de la belleza femenina siempre concita gran expectativa, tanto de los medios de comunicación, las redes sociales como de la población en conjunto.