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Más allá de la dualidad, a través de la poesía de César Vallejo - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
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Domingo 27 de diciembre de 2020

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Revista Dominical

Más allá de la dualidad, a través de la poesía de César Vallejo

27 dic 2020

Por: Nayda Soliz Uño, profesora de lenguaje y comunicación licenciada en pedagogía

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Como diría Kalil Gibrán “Las almas más bellas tienen cicatrices” y sin duda alguna, el poeta, César Vallejo, por su gran sensibilidad ante lo andino y universal, tuvo un alma muy bella y genuina. Pero, llena de cicatrices, así podemos percibirlo en su poema cumbre “Los heraldos negros” en el verso que dice: “Hay golpes en la vida, tan fuertes… yo no sé”. Esos golpes, que como vientos fríos y huracanados, llegan, te congelan y desestabilizan, pero en contraste te invitan a crecer.

Es así, que la poesía de César Vallejo, a pesar de abordar temas relacionados con la muerte y el dolor es una poesía esperanzadora, pues nos interpela a ser empáticos, resilientes y a transformarnos y transformar la sociedad en la que vivimos, a través de la solidaridad.

La poesía del bate universal, además de tener un aire espiritual, vanguardista, político y humanista, está salpicada con un tinte filosófico, abordando así la dualidad del hombre y de todo aquello que le rodea. Pero no se queda únicamente en esa dualidad, sino, de manera explícita e implícita, nos plantea un punto intermedio entre ambos, en el que el hombre puede mirarse, reconocerse y decidir, pues solo un poeta como él, pudo analizar y comprender la compleja dualidad del ser humano, quien se enfrenta a sí mismo y a los sentimientos que lo embargan.

Claramente se puede apreciar esta dualidad en el siguiente poema:

Yuntas

Completamente. Además, ¡vida!

Completamente. Además, ¡muerte!

Completamente. Además, ¡todo!

Completamente. Además, ¡nada!

Completamente. Además, ¡mundo!

Completamente. Además, ¡polvo!

Completamente. Además, ¡Dios!

Completamente. Además, ¡nadie!

Completamente. Además, ¡nunca!

Completamente. Además, ¡siempre!

Completamente. Además, ¡oro!

Completamente. Además, ¡humo!

Completamente. Además, ¡lágrimas!

Completamente. Además, ¡risas!...

¡Completamente!

También, esta dualidad se puede percibir en uno de los poemas más bellos, cautivadores, profundos y emotivos que César Vallejo escribió, augurando su muerte, el poema que lleva por título:

Piedra negra sobre una piedra blanca

Me moriré en París con aguacero,

un día del cual tengo ya el recuerdo.

Me moriré en París - y no me corro -

tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso

estos versos, los húmeros me he puesto

a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,

con todo mi camino a verme solo.

César Vallejo ha muerto, le pegaban

todos sin que él les haga nada;

le daban duro con un palo y duro

también con una soga; son testigos

los días jueves y los huesos húmeros,

la soledad, la lluvia, los caminos…

Como se puede apreciar, las primeras estrofas están escritas en primera persona, no así, la última, la que está en tercera persona, además, en este poema, desde el título mismo, es perceptible como César Vallejo, aborda la dualidad de la vida ante la muerte, ¡ante su muerte!, por lo que es inevitable sollozar cuando una o uno lee esos versos cargados de emociones tan profundas. Sin duda, el bate universal, contrasta en muchos de sus poemas la dualidad de la vida ante la muerte y visiblemente se refleja en el poema en prosa:

“ No vive ya nadie”…

- No vive ya nadie en la casa -me dices-; todos se han ido. La sala, el dormitorio, el patio, yacen despoblados. Nadie ya queda, pues que todos han partido.

Y yo te digo: Cuando alguien se va, alguien queda. El punto por donde pasó un hombre, ya no está solo. Únicamente está solo, de soledad humana, el lugar por donde ningún hombre ha pasado. Las casas nuevas están más muertas que las viejas, porque sus muros son de piedra o de acero, pero no de hombres. Una casa viene al mundo, no cuando la acaban de edificar, sino cuando empiezan a habitarla. Una casa vive únicamente de hombres, como una tumba. De aquí esa irresistible semejanza que hay entre una casa y una tumba. Sólo que la casa se nutre de la vida del hombre, mientras que la tumba se nutre de la muerte del hombre. Por eso la primera está de pie, mientras que la segunda está tendida…

Después de apreciar los anteriores párrafos, podemos deducir y comprender porque César Vallejo, le da pinceladas multicolores, al corazón humano, describiéndolo como: celeste, verde, blanco, alegre, gemelo, gitano, alocado, insular, ansioso, enfermo y triste, pues el mismo puede llegar a ser, cuna de vida sagrada (parafraseando e infiriendo los versos de César Vallejo: horno de mi corazón casa del hombre o muerte (de igual manera): alondra que se pudre en mi corazón - tumba del hombre).

Sin duda, los versos de César Vallejo, son el espejo de su alma reflexiva, como él lo diría, en su poema “Espergesia”: Hay un vacío en mi aire metafísico que nadie ha de palpar. Sin embargo, las reflexiones que plantea a través de su producción literaria - lírica, van más allá de ser individuales, ya que son colectivas.

Podemos apreciarlo así, en el poema: “Los nueve monstruos” en el que no solo habla del dolor, sino de la postura que uno puede asumir frente a él. A continuación, interpretemos estas estrofas:

Los nueve monstruos

(……)

Pues de resultas

del dolor, hay algunos

que nacen, otros crecen, otros mueren,

y otros que nacen y no mueren, otros

que sin haber nacido, mueren, y otros

que no nacen ni mueren (son los más).

En esta estrofa, está la dualidad, entre el nacer y el morir. Pero también existe una tercera posibilidad, el de crecer o ser indiferente, frente al dolor.

Esta tercera postura o posibilidad se da, a través del contraste entre opuestos, por lo cual me remito a señalar: que la dualidad es uno de los principios básicos del pensamiento y la cosmovisión andina, de la que fue parte el poeta, César Vallejo, cosmovisión compartida entre Perú y Bolivia.

Por lo que es importante señalar que este principio, está basado: en que los opuestos, a pesar de ser tan distintos, son complementarios y están en una relación de armonía, es decir, una cosa necesita de la otra y el encuentro de ambas hace que se genere algo nuevo.

En este caso, la poesía del bate universal, nos lleva a la reflexión y la toma de decisiones, a través del contraste entre opuestos. Observemos:

Y también de resultas

del sufrimiento, estoy triste

hasta la cabeza, y más triste hasta el tobillo,

de ver al pan, crucificado, al nabo,

ensangrentado,

llorando, a la cebolla,

al cereal, en general, harina,

a la sal, hecha polvo, al agua, huyendo,

al vino, un ecce-homo,

tan pálida a la nieve, al sol tan ardio!

¡Cómo, hermanos humanos,

no deciros que ya no puedo y

ya no puedo con tánto cajón,

tánto minuto, tánta

lagartija y tánta

inversión, tánto lejos y tánta sed

de sed!

Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer?

¡Ah! desgraciadamente, hombres

humanos,

hay, hermanos, muchísimo que hacer.

Después de apreciar esos versos, es evidente, que la poesía de César Vallejo va más allá de la dualidad, pues es una poesía que te invita a hacer una introspección personal y así decidir, actuar con amor u odio ante nosotros mismos o nuestros hermanos, pues como lo dice la voz lírica del bate universal “…La vida está en el espejo y nosotros somos el original”, es decir, si nosotros nos atrevemos a mirar con ojos de amor, fe y benevolencia a nuestros hermanos es porque nuestro corazón - nuestro ser , es cuna de vida.

Terminamos señalando: que César Vallejo no ha muerto, pues ese aire fresco, esperanzador y genuino está en uno de sus azules versos, escritos con la pluma de un ruiseñor, como él lo diría.

Para tus amigos: