Loading...
Invitado


Domingo 01 de abril de 2012

Portada Principal
Cultural El Duende

Rabindranath Tagore

01 abr 2012

Fuente: La Patria

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

Gitanjali

41

¿Dónde estás tú, amor mío? ¿Por qué te escondes detrás de todos, en la sombra? ¡Te empujan y te pasan por el camino polvoriento, creyendo que no eres nadie! Yo no sé el tiempo que hace que te espero, cansado, con mis ofrendas para ti; y los que van y vienen, toman mis flores, una a una, y dejan vacío mi canasto.

Pasaron mañana y mediodía. Es el anochecer, y mis ojos están caídos de sueño en la sombra. Los hombres que vuelven a sus hogares, me miran sonriendo, y me avergüenzan. Estoy sentada como una muchacha mendiga, con la falda por la cara. Y cuando me preguntan qué quiero, bajo los ojos y callo.

¡Ay!, ¿cómo les voy a decir que te espero a ti, que tú me has prometido que vendrás? ¿Cómo me dejaría decir mi timidez que esta miseria mía es la dote que te guardo? ¡Ay!, ¡cómo aprieto este orgullo contra mí, en el secreto de mi corazón!

Sentada en la yerba, miro al cielo y sueño con el súbito esplendor de tu llegada. Llamean mil antorchas, los gallardetes de oro vuelan sobre tu carro, y los caminantes miran boquiabiertos cómo desciendes de tu asiento y me alzas del polvo, cómo sientas a tu lado a esta mendiguilla andrajosa, que tiembla de orgullo y de vergüenza como una enredadera en la brisa del verano.

Pero pasa el tiempo, y no se oyen las ruedas de tu carroza. ¡Cuánta procesión va y viene, palpitante, entre gritos y relumbrones de gloria! ¿Sólo eres tú quien tiene que seguir en la sombra, callado detrás de todos? ¿Sólo soy yo quien ha de esperar y llorar y gastar, en vano afán, su corazón?

62

Hijo mío, cuando te traigo juguetes de colores, comprendo por qué hay tantos matices en las nubes y en el agua, y por qué están pintadas las flores tan variadamente..., cuando te doy juguetes de colores, hijo mío.

Cuando te canto para que tú bailes, adivino por qué hay música en las hojas, y por qué entran los coros de voces de las olas hasta el corazón absorto de la tierra..., cuando te canto para que tú bailes.

Cuando colmo de dulces tus ávidas manos, entiendo por qué hay mieles en el cáliz de la flor, y por qué los frutos se cargan secretamente, de ricos jugos..., cuando colmo de dulces tus ávidas manos.

Cuando beso tu cara, amor mío, para hacerte sonreír, sé bien cuál es la alegría que mana del cielo en la luz del amanecer, y el deleite que traen a mi cuerpo las brisas del verano..., cuando beso tu cara, amor mío, para hacerte sonreír.

86

La Muerte, tu esclava, está a mi puerta. Ha cruzado el mar desconocido y llama, en tu nombre, a mi casa.

Está oscura la noche y tiene miedo mi corazón. Pero yo cogeré mi lámpara, abriré mi puerta, y le daré, rendido, la bienvenida; porque es mensajera tuya la que está a mi puerta.

La adoraré, llorando, con las manos juntas. La adoraré echando a sus pies el tesoro de mi corazón.

Y ella se volverá, cumplido su mandato, dejando su sombra negra en mi mañana. Y en mi casa desolada quedaré yo, solo y mustio, como mi última ofrenda a ti.

El último viaje

Sé que en la tarde de un día cualquiera

el sol me dirá su último adiós,

con su mano ya violeta,

desde el recodo de occidente.

Como siempre habré musitado una canción,

habré mirado una muchacha,

habré visto el cielo con nubes

a través del árbol que se asoma a mi ventana.

Los pastores tocarán sus flautas

a la sombra de las higueras,

los corderos triscarán en la verde ladera

que cae suavemente hacía el río;

el humo subirá sobre la casa de mi vecino...

Y no sabré que es por última vez...

Pero te ruego, Señor: ¿podría saber antes de

abandonarla, por qué esta tierra me tuvo entre sus brazos?

Y, ¿qué me quiso decir la noche con sus estrellas?

Y mi corazón, ¿qué me quiso decir mi corazón?

Antes de partir, quiero demorarme un momento,

con el pie en el estribo,

para acabar la melodía que vine a cantar.

¡Quiero que la lámpara esté encendida para ver tu rostro, Señor!

Y quiero un ramo de flores para llevártelo, Señor,

sencillamente.

Soledad

Sentado en la puerta de mi cabaña

canto en voz baja.

La mañana, a mis pies,

me mira con sus puros ojos de doncella.

Por el camino ríen y cantan los enamorados.

¡Y nadie viene a acompañarme!

Sentado a la puerta de mi cabaña

sueño a las nubes.

El mediodía me contempla con sus quietos ojos.

En la floresta dorada se miran los amantes.

¡Y nadie viene a acompañarme!

Sentado a la puerta de mi cabaña callo, nostálgico.

La tarde me mira con sus ojos de cervato.

Hacía el río, en la penumbra morada,

se esfuman las parejas.

¡Y nadie viene a acompañarme!

Sentado a la puerta de mi cabaña

suspiro y estoy triste.

La noche me mira con sus ojos estrellados.

En el aire cálido palpitan

besos y caricias.

¡Y nadie viene a acompañarme!

La palabra del hombre

“Mi oración, Dios mío, es esta:

Hiere, hiere la raíz de la miseria en mi corazón.

Dame fuerza para llevar ligero

mis alegrías y mis pesares.

Dame fuerza para que mi amor dé frutos útiles.

Dame fuerza para no renegar nunca del pobre,

ni doblar la rodilla al poder del insolente.

Dame fuerza para levantar mi pensamiento

sobre la pequeñez cotidiana.

Dame fuerza, en fin, para rendir mi fuerza

enamorado, a tu voluntad.

Fuente: La Patria
Para tus amigos: