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Domingo 01 de abril de 2012

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Cultural El Duende

La Bandera del General Esteban Arze

01 abr 2012

Fuente: La Patria

Obra teatral acerca de la Guerra de la Independencia escrita por el activista cultural Stefan Gurtner (Suiza, 1962) en el marco del programa de puertas abiertas y educación cívica para soldados del Batallón de Policía Militar 273 acantonado en Quillacollo

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I. EL DESFILE. Los alumnos, junto con la banda de música militar y un abanderado con la bandera actual de color celeste de Cochabamba, se reúnen en el patio del cuartel.

Oficial: Alumnos, imagínense que estamos celebrando el 14 de septiembre y realizando un desfile en honor a nuestra ciudad de Cochabamba. Veremos cómo nuestro país logró su independencia de España en aquella guerra que duró quince años, de 1809 hasta 1824. Sigan al abanderado y a la banda de música.

El desfile da una vuelta por las instalaciones del cuartel hasta llegar al lugar donde se realiza la escenificación.

II. EL HISTORIADOR. Aparece el historiador con un libro en sus manos. Junto a los caballos y mulas hay dos niños que juegan a la “palama” (juego para derribar una piedra en punta): Con su permiso voy a presentarme, soy Rúben Araníbar. Allá por el año 1900 publiqué un artículo en el periódico “El Republicano” respecto a la bandera de don Esteban Arze. El asunto es que yo tengo la culpa para que la bandera de Cochabamba hasta hoy tenga el color equivocado. Sí, escucharon bien: el color equivocado. Cuando se creó el departamento de Cochabamba el año 1826, se quiso copiar la bandera que tuvo su héroe de la Guerra de la Independencia, el General Esteban Arze. Al no disponer de un testimonio del color de esta bandera, se pensó que era celeste y blanco, ya que todos los demás caudillos usaban estos colores en las suyas. Lo imperdonable es que yo, que he visto la bandera de Esteban Arce, olvidé indicar el color de la misma cuando la mencioné en este artículo. Esto sucedió ya por descuido o por la cantidad de chicha que me invitaron aquella oportunidad.

Ama: (Aparece la ama de casa) Sírvase, usía.

Historiador: –Gracias Señora… bueno, la desgracia es que actualmente se desconoce el paradero de esta bandera. Pero vean ustedes mismos cómo ocurrió todo.

III. NOMBRAMIENTO DE ESTEBAN ARZE. En la calle se forma el ejército patriota con teas bajo el son de los tambores. Algunos con uniformes y fusiles, otros con ponchos o harapos y con palos, llevan unos cañones improvisados. Aparece Esteban Arze y es recibido por el Gobernador Francisco del Rivero y los Oficiales Guzmán Quitón y Ustariz.

Del Rivero: Nombramiento conferido a Don Esteban Arze Alba y Uriona para el empleo de General de las compañías del Ejército Liberador de Cochabamba en formación. He nombrado a Don Esteban Arze, por tanto mando al comandante de estas provincias para que se le ponga en posesión del mencionado empleo. Con prevención de que siempre que mande a juntar dichas milicias para acudir a las parejas que convengan a mi servicio, se le asistirá con el sueldo que a los demás oficiales de su clase. En consecuencia de lo que tengo resuelto dado en la Villa de Oropesa de Cochabamba el 9 de agosto de 1810.

Uno de los oficiales le entrega el sable de mando. Esteban Arze monta su caballo.

Arze: Ustariz, ¿están listos los cañones?

Ustáriz: Sí, don Esteban, pero…

Arze: ¿Pero qué?

Ustáriz: Usted sabe que tuvieron que ser construidos de estaño y no sé si aguantarán más que un disparo.

Arze: No importa, lo que cuenta es que se asusten los chapetones, ¿no es cierto?

Ustáriz: Sí, mi general.

Arze se dirige a todos.

Arze: Valerosos Cochabambinos, ante vuestras macanas el enemigo temblará. Amigo Guzmán Quitón, ¡la caballería adelante!

Arze va cabalgando, le sigue la tropa, la Virgen de las Mercedes, “La Patriota” y la caravana de cargadores y mulas organizada por Manuela Rodríguez, la esposa de Arze. Algunos niños tiran pétalos de flores o mixtura desde una ventana, un coro de mujeres y niñas canta:

Coro: Madre piadosa, estrella de los afligidos, extiende tu hermoso manto sobre los patriotas, protege a nuestros hermanos, padres y maridos.

Desaparecen todos.

IV. LA BATALLA

Las tropas de Arze se alinean con sus cañones caseros, detrás han puesto uniformes a algunos arbustos para que parezcan más. El abanderado bate la bandera original de Arze, color rojo y con un sol amarillo en el medio. En el fondo se ven explosiones.

Abanderado: ¡Cuidado, la artillería española! ¡Cúbranse!

Ustáriz: ¡Tiéndanse todos!

Todos se tienden en el piso, tierra y polvo cae sobre ellos. En ese momento aparece Esteban Arze y la caballería.

Arze: Ustariz, levántense, los cañones, ¡ahora!

Todos se levantan.

Ustáriz: Alisten armas, ¡fuego!

Los rifles y los cañones caseros disparan.

Otro oficial: ¡Preparen lanzas!

Arze: Yo quiero estar a su lado para ver ahora lo que hacen sus macanas. En fila, ¡adelante! ¡A ellos, hijos míos, a ellos!

Arze y las tropas desaparecen avanzando, se oyen explosiones y una vez más el grito: “¡Tiéndanse todos!”. Un soldado patriota canta encima de un árbol:

Soldado: En las alturas de Aroma Arze venció / a los invencibles chapetones. / Todo el Alto Perú a la lucha se unió / por la libertad de sus moradores. / Muchas otras batallas siguieron / Hamiraya, Caripuyo, Quehuiñal. / Derrotas amargas conocieron / derrotas para la victoria final. / De todos los rincones llegaron / afanosamente los bravos caudillos, / que mucho adularon y felicitaron / y cantaron victoria los pajarillos.

V. VISITA EN LA CASA SOLARIEGA

Mientras tanto en su casa solariega, Manuela Rodríguez, su ama de casa y unos criados han traído una mesa, sillas, cántaros y otros utensilios. Aparecen uno por uno, de diferentes lados y a caballo diferentes oficiales con sus respectivos abanderados que llevan banderas de color celeste y blanco. Doña Manuela los recibe y los acompaña a la mesa.

Manuela: Sentaos, vuestras mercedes.

Oficial I: Gracias. Tomad asiento, amigos.

Oficial III: Después de vosotros.

Oficial II: Por favor…

Oficial I: ¿Cómo estuvo el viaje?

Oficial III: Agotador, muy agotador.

Oficial II: ¿Y, qué tal Arze?

Oficial I: Bueno... el nombramiento de Arze como comandante de la milicia cochabambina siempre me ha parecido algo precipitado.

Oficial II: A mí ese personaje nunca me cayó bien, aunque la victoria de Aroma fue brillante.

Oficial III: Es verdad, además detuvo lo suficiente el paso de Goyeneche a las provincias Argentinas hasta que allí se rearmaron para resistir, ¿no es así?

Oficial II: Pero después siguieron Hamiraya y Quehuiñal…

Oficial I: Que todo sea por la patria... ¡Por allí viene! ¡Atención!

Llega Arze con su bandera roja.

Doña Manuela: ¡Por fin!

Arze se sienta con los demás oficiales en la mesa.

Arze: Sean bienvenidos, amigos y compatriotas.

Oficial III: ¡Qué linda es su casa, mi General!

Arze: Es mi casa solariega, mi último refugio… después que los chapetones destruyeron nuestra ciudad de Cochabamba.

Oficial II: Sí, realmente, fue grave lo sucedido en la Coronilla, pero decidme con franqueza, ¿es segura su casa solariega y su familia?

Arze: Los soldados de Goyeneche pueden aparecer en cualquier momento. Estoy muy preocupado por mi mujer y mis hijos.

Oficial I: Bueno, don Esteban, hay que tener fe… En todo caso, he venido desde La Paz para felicitaros por su grandiosa victoria en Aroma y para animaros a seguir adelante.

Oficial III: Exacto, ahora podemos juntar todos los esfuerzos para lograr la libertad del Alto Perú. Hablo en nombre del valeroso ejército auxiliar argentino y del General Álvarez de Arenales.

Oficial II: ¡Que viva la libertad! ¡Que viva la patria!

Se levantan para brindar. Los abanderados de los huéspedes en el fondo baten sus banderas, pero Arze queda sentado.

Oficial III: ¿Por qué tan pensativo, Arze?

Arze: Es que me pregunto, ¿cuál es el nombre de la patria que pretendéis?

Oficial I: ¿Acaso no veis que nuestras banderas llevan los colores de las provincias de Argentina?

Arze: Para qué tanto esfuerzo, para después entregarnos a una patria que no es la nuestra, cuando podemos crear nuestra propia patria…

El oficial I echa su chicha y el oficial III saca su espada.

Oficial III: ¿Cómo os atrevéis, Arze?

Arze: Calmaos, señores. Antes nos debíamos sólo al Rey y ahora ningún juramento nos liga a Buenos Aires.

Oficial II: ¡Esto es una blasfemia contra la causa santa de las provincias unidas de Argentina! ¡No es otra cosa!

Arze: ¿Es qué acaso no entendéis que las culturas del Río de la Plata y del Alto Perú son muy diferentes como para poder formar una sola Nación?

Oficial I: ¡No tengo por qué escucharos más, me retiro!

Oficial III: Yo también, pero tendré que dar parte al General Álvarez de Arenales. ¡Esto no quedará así!

Los tres oficiales se retiran llevándose sus banderas y tirando la roja de Esteban Arze al piso.

VI. EL HISTORIADOR Y LA BANDERA

Aparece la ama de casa, ya de anciana, arreglando el desorden.

Ama: ¡Siempre dejan desordenado todo! Este mantel cae bien a mi mesita.

Alza la bandera de Arze y la pone sobre una mesita como un mantel. Aparece el historiador.

Historiador: Después de haber sido destruida la casa solariega por las fuerzas de Goyeneche, la desgracia cayó sobre Esteban Arze. Participó en las campañas de Salta y de Santa Cruz, pero después fue retirado del ejército libertador por las graves diferencias que tenía con el General argentino Álvarez de Arenales respecto a la autonomía del Alto Perú. El caudillo cochabambino fue confinado a Santa Ana de Yacuma, en las llanuras benianas, donde murió el 24 de febrero de 1815 con fiebre amarilla dejando a su familia dispersa y en la miseria. Muchos años más tarde visité a su ama de casa para investigar sobre algunos detalles de su vida.

Se acerca a la ama de casa.

Historiador: Muy buenas tardes, señora.

Ama: Bienvenido sois, usía. Tome asiento. Voy a invitarle una chicha. Discúlpeme unos minutos, estaba a punto de prender una vela a mi santo.

Va donde la mesita, pone el santo y prende la vela.

Historiador: Señora, ¡qué lindo santo tiene!

Ama: Sí, es el santo de mi devoción. Le estoy prendiendo una vela porque un día como hoy murió su merced, mi general.

El historiador examina la bandera usada como mantel.

Ama: ¿Qué hace con mi mantel, caballero? ¡Hará caer a mi santo!

El historiador saca la bandera de la mesita, haciendo caer el santo y la vela.

Historiador: ¡Señora, esto no es un mantel! Es… es…

Ambos luchan por la bandera.

Historiador. ¡Rayos y centellas! Pero si ésta es la bandera del General Arze.

Ama: ¡Oh, y yo sin saberlo!

La ama de casa se desmaya. El historiador se dirige al público con la bandera en sus manos.

Historiador: Así es que encontré la bandera del General Arze y la tenía en mis manos. Como ven, era de color rojo, no celeste ni blanco. No podía ser el celeste y blanco de la bandera argentina, porque él anhelaba su propia patria: Bolivia.

Aparece el abanderado de Arze y recibe de vuelta su bandera de manos del historiador.

Historiador: No se sabe exactamente por qué escogió el color rojo que, aquel entonces estaba de moda entre los militares, ya que personifica la fuerza y el poder. Por otro lado, la bandera roja fue utilizada por anteriores rebeliones en Cochabamba protagonizadas por Calatayud y Flores…

Comienza a tocar la banda militar otra vez. Los alumnos son llevados en desfile al parqueo del cuartel.

Fuente: La Patria
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