Los siete platos de la pasión y muerte de Jesucristo

La rica tradición culinaria de Semana Santa unirá nuevamente a las familias orureñas en torno a una gran mesa para conmemorar la pasión y muerte de Jesucristo, cuando se preparan siete platos ya característicos que no tienen carne, aprovechando los mariscos, el pescado y también una variedad de legumbres, para representar la Última Cena del Señor con sus doce apóstoles, haciendo partícipes de este banquete a los pobres y los humildes.

La Semana Santa que resulta ser un tiempo de reflexión en nuestra agitada vida cotidiana, es una tradición arraigada entre los altiplánicos que desde el Jueves Santo suspenden el consumo de carne a la que habitualmente están acostumbrados y en cambio para sustituir sus alimentos diarios preparan ricos platillos especiales de la época como el caldo de camarones, que consiste en una sopita de este marisco con vainas picadas, habas y un huevo duro que se pone en cada plato al servir la comida.

En la variedad de pescados se consume el pejerrey hasta decir basta, la trucha y en menor cantidad la sardina que se prepara con una guarnición de ensaladas de verduras o de algún cereal cocido. El queso hu’macha que resulta ser una mezcla de yerba buena y wacataya, habas, queso, huevo duro y ají, también es delicioso, aunque antes en la elaboración de este platillo se tenía congrio y corvina, productos del mar que ahora son prohibitivos para la mayoría de las familias por su elevado precio.

En este menú de Semana Santa no pueden faltar las tradicionales humintas, que son una porción de choclo molido con su rodaja de queso y cocidas a la olla en sus chalas o al horno, con azúcar o ají colorado de acuerdo a los gustos. Asimismo el cochayuyo que es algo parecido al ají de patas que se prepara con algas marinas, papa blanca y en algunos casos se sirve con arroz.

Las papas a la huancaína, que también se sirve como entrada, se prepara con maní molido y ají amarillo, papa, huevo duro, lechugas, tomate y aceitunas, siendo otra especialidad el ají de lisas y como su nombre indica, consiste en la preparación de las lisas con ají amarillo y se sirve con arroz y papas blancas, pero sin carne.

El platillo más apetecido y más caro por sus ingredientes resulta ser la paella, que consiste en una variedad de mariscos con arroz, donde se puede saborear pulpos, camarones, cholgas y calamares en su tinta, se prepara de forma casera o se puede encontrar en los supermercados como alimento pre cocido. Todos los platillos se acompañan con un buen vino tinto cabernet, para simbolizar la sangre de nuestro Señor Jesucristo y se termina el banquete con el tradicional arroz con leche, que resulta ser el postre de la Semana Santa.

Empero la mayor expresión de solidaridad y amor al prójimo está manifiesta en la Semana Santa porque en todo los hogares orureños se invita uno o dos platos a elegir a la gente amiga, a los vecinos y a los pobres, como una muestra del compartir y la entrega que dejó como enseñanzas Jesús en su Última Cena cuando partió el pan con sus discípulos y dio de beber el cáliz de su sangre que se simboliza con el vino.

Así se llega al sábado que es el día de gloria y son los fieles que acompañan a la Virgen María en su dolor, esperando la Pascua del domingo cuando se celebra la resurrección de Jesucristo y se come el tradicional cordero de pascua, en una reunión familiar y con desbordante alegría. Los niños, en la pascua desde hace varios años rompen los tradicionales huevos de pascua y toman un rico chocolate, pero además intercambian regalos, siguiendo como tradición una costumbre anglosajona que se va arraigando en el culto popular.

Ojalá la desbordante alegría de la Pascua de Resurrección permita a todos los orureños encontrarnos más solidarios, ofrecer mayor efecto y respeto a nuestros amigos, hermanos y familiares, así como a quienes nos inculcan ser solidarios, a través de la fraternidad para ser más unidos y fuertes para afrontar los grandes desafíos que supone construir una región prospera y sostenible, además sustentable con el tiempo.

(*) Periodista