Bolivianos admirables

Muchos extranjeros admiran a Bolivia por sus paisajes, pues cuenta con exuberante naturaleza, como en pocos lugares aún existe, en especial en las grandes urbes, también se asombran por la riqueza cultural que mantiene desde hace miles de años.

Pero otro motivo de admiración es la gente nacida en esta tierra, pues su forma de adaptarse a la vida y a las circunstancias es digna de encomio, ya que, siendo un país considerado económicamente pobre, sus hijos se las ingenian para salir adelante, en especial, incursionando en el campo del comercio.

Con pocos recursos, existen bolivianos que se dan modos para poner productos a la venta y con eso subsistir, además de dar a su familia alimento y educación, una mesita, una parrilla o una cocina sencilla, y algunos ingredientes son suficientes para instalar un pequeño negocio que crece rápidamente.

Botellas plásticas recicladas, algo de agua, azúcar y sabores diferentes, sea obtenidos de frutas o algún ingrediente hervido, una modesta mesa, pajillas, vasos desechables o vasos de vidrio y un balde para lavarlos, es otra de las ideas que prosperan, al menos en Oruro, donde esos refrescos caseros se venden rápidamente cuando hace calor.

Algo de ropa, sea a medio uso o nueva, importada o nacional, ropa tejida o cosida a mano, son algunos de los productos que también forman parte de los pequeños emprendimientos y negocios que dan de comer a las familias de estas personas, quienes sin haber estudiado marketing logran convencer a los clientes de que su producto es digno de comprarse, es más, hacen que uno tenga la sensación de que éste no puede faltar en el hogar.

Una de las características de los bolivianos es que, con pocos o nada de estudios especializados en ventas, publicidad, marketing u otras carreras relacionadas al área, se las ingenian para montar sus negocios y hacerlos prosperar, siguiendo su mera intuición.

Por lo descrito, es que muchos de los comerciantes bolivianos, no siguen recetas de extranjeros, además de usar su intuición, comprenden que la realidad de los profesionales y expertos del exterior no es la misma que la boliviana, donde uno tiene que rebuscarse la vida y salir adelante, aunque sea con la venta de un solo producto, permaneciendo en su puesto con lluvia, con sol, con viento o con cualquier condición climática que se presente.

Por otra parte, se ve mucho a familias enteras trabajando para hacer prosperar el pequeño negocio, cada quien hace su parte para sacar adelante a todos los parientes, desde niños aprenden a vender, los precios, cómo atender a los clientes, cómo convencerlos de comprarles.

Uno puede pensar que no está bien que los niños trabajen, pero son ellos quienes tienen mayor poder de convencimiento, además que levantan la compasión de los adultos que se apresuran a comprarles algo para que tengan con qué ayudar a su familia. Todos estos bolivianos, grandes, chicos, hombres y mujeres son seres humanos admirables.