Viernes 20 de noviembre de 2020

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Una serie de datos geológicos, muchos verificados por sistemas satelitales demuestran que el territorio boliviano guarda una importante cantidad de reservas mineralógicas, lo que configura con mucho acierto, la condición de país minero que se otorga a Bolivia.
Se consideraba la zona occidental como la más importante en producción minera, desde ya las principales minas desde las que pertenecían a los barones del estaño y que pasaron luego al Estado, se ubican y algunas siguen produciendo en el sector del occidente, donde también reside la maravillosa reserva mundial de litio. Sin embargo una serie de estudios é investigaciones técnicas han abierto condiciones propicias para explotación de ciertos minerales en la zona oriental, allí donde se concentra el hierro del Mutún y otros sectores en los que aflora la minería aurífera.
Pero así como se mencionan importantes yacimientos, resulta que en el país predominan muchas restricciones, algunas elementalmente técnicas, pero otras increíblemente dominadas por circunstancias políticas, y entre estas las que han sido denunciadas como abiertamente discriminatorias, partiendo del olvido o más claramente del descuido en el manejo de recursos para impulsar el buen uso de nuestras fuentes proveedoras de materia prima, pero con un sentido ético de modo que hidrocarburos con gas y la minería, tengan las mismas posibilidades de competir productivamente en beneficio de nuestra economía.