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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 ¿Evaluación o examen? - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
La existencia de los seres humano, conlleva factores determinantes siendo una de ellas la educación escolar, la misma que, por su enorme importancia, inclusive es tomada en cuenta en los postulados normativos, jurídicos que rige la vigencia de las sociedades organizadas e identificadas como estados, naciones, países. La educación, en la actualidad, se manifiesta como un fenómeno complejo que requiere una atención particular por todas y todos quienes integran las comunidades educativas y, en particular, por los que tienen una relación directa con la educación escolar, es decir: Directoras(es), maestros, maestras, estudiantes, padres y madres de familia.
Siendo enorme la importancia de la educación, para la vida de los y las sujetos, entonces debe otorgársele el tratamiento necesario y suficiente, de manera particular en los espacios donde se desarrolla la educación sistemática, planificada y organizada, como son las unidades educativas o instituciones, en las que año tras año de manera cotidiana, niños, niñas, adolescentes van “educándose”, conforme a criterios técnico-pedagógicos, curriculares y hasta administrativo-institucionales, en el marco de un modelo vigente, como en el caso nuestro denominado: Modelo Educativo Sociocomunitario Productivo.
Parte de los procesos educativos y, específicamente, del desarrollo curricular es la evaluación, que se presenta con connotaciones o características diferentes acordes a los propósitos determinados para la formación de las personas o estudiantes, particularmente, la que corresponde al subsistema de educación regular (Inicial, Primaria y Secundaria).
Expresiones habituales que se dan en espacios escolares, como las siguientes: “Tengo examen de mate… depende de este examen para que salve el año” (estudiante), “En mi examen debo sacar un 90 y con eso habré salvado el año” (estudiante); “Depende de este examen para que muchos aprueben o reprueben el año…” (maestros/maestras), “El examen de la siguiente clase será clave para ustedes…” (maestros/maestras), “No respondí casi nada en el examen… creo que reprobé el año” (estudiante), hacen ver a un examen escrito u oral como un hecho que decide o determina la situación de que una o un estudiante aprueba o reprueba el año, curso o área (antes llamado asignatura).
Lo referido, hoy en día, ocurre frecuentemente en las unidades educativas, particularmente en las que pertenecen a la Educación Secundaria Comunitaria Productiva, ya sea a la conclusión de un trimestre o del año escolar. Por ello, es necesario considerar algunos aspectos que, a los maestros y maestras, directores y directoras, nos permitan revisar nuestras acciones referentes a la evaluación. Para iniciar con este propósito se debe tomar en cuenta, entre otras, las siguientes interrogantes: ¿Qué practicamos más, la evaluación o los exámenes? ¿Es un examen el que nos permite definir la situación de aprobación o reprobación del o de la estudiante? ¿Por qué?, Entonces se hace necesario saber diferenciar estos dos términos: examen y evaluación. ¿Qué es examinar y qué es evaluar? ¿Dónde reside la diferencia? ¿Qué es lo que más se practica en nuestra educación: evaluación o examen?
Para definir cuál de estas prácticas, son la que se suscitan con frecuencia en los procesos educativos y cuál de ellas es la que debería efectivizarse más y ¿por qué?; es importante recordar o revisar las consideraciones que a continuación se tratan. Tanto la evaluación como el examen son componentes antiquísimos de los procesos educativos (situación que se puede evidenciar al revisar la evolución histórica de la evaluación y del examen en la educación), empero, diferentes por sus connotaciones y más aún cuando son establecidos en determinados paradigmas, modelos, enfoques o teorías educativas. Para Julián Pérez y Ana Gardey (2009) “… “el examen es una prueba que se hace para comprobar los conocimientos que posee una persona sobre una determinada cuestión”, entonces los maestros y maestras toman examen a sus estudiantes para comprobar que han comprendido de los conocimientos impartidos, en las diferentes ahora llamadas áreas. Por su lado, la evaluación, en el marco del Modelo Educativo Sociocomunitario Productivo, es definida en el Reglamento de Evaluación del Desarrollo Curricular como “…el proceso de análisis y valoración de la formación integral y holística de las y los estudiantes y la aplicación de metodologías de maestras y maestros…” (Cap. I, Art. 3).
Entonces, la evaluación, consiste en un proceso amplio y/o complejo que significa valorar la formación en las dimensiones con los que cuentan los y las estudiantes, implica ello la comprensión de conocimientos y saberes, el análisis y la criticidad de los mismos (saber), las actitudes, emociones, sentimientos (ser), la aplicación de las habilidades, destrezas (hacer) y la toma de decisiones y proyecciones para aportar a la transformación de la realidad social, cultural, económico del entorno local, regional y nacional (decidir). En consecuencia, evaluar no solo es ver que los y las estudiantes hayan logrado o no adquirir conocimientos teóricos conceptuales, más bien es un proceso para evidenciar el desarrollo de cualidades, capacidades y potencialidades. Empero, ¿está será la evaluación que practicamos en las unidades educativas? ¿En nuestras prácticas evaluativas tomamos en cuenta estas dimensiones? o ¿nos centramos solo en una de ellas?
Es cierto también que las características de la evaluación, que vivimos actualmente, son muy bien conocidas en el discurso teórico, cuando se habla de una evaluación integral, holística, científica, permanente, flexible, orientadora, transparente, dialógica y reflexiva; sin embargo, en el “practicum pedagogicus”, en muchos casos, se percibe una evaluación centrada en exámenes escritos u orales, generando o forzando inclusive a memorizaciones mecánicas-repetitivas de datos.
También es importante recordar que hablar de evaluación, en nuestros días, es referirse a un hecho que exige la aplicación de diversas estrategias, técnicas e instrumentos, donde maestras y maestros empleando voluntad, iniciativa y compromiso desarrollen experiencias evaluativas innovadoras y no centrarse en exámenes, dirigidos solo a medir. Debemos recordar también, de manera permanente, que hay que evaluar para conocer, formar y evitar examinar para excluir o sentenciar.
Hecha una mirada a situaciones comportamentales de estudiantes, se puede percibir que todavía se enseña y se aprende para el examen, constituyéndose así junto a la calificación en centros de la enseñanza y aprendizaje e inclusive de los procesos educativos. El examen se presenta como un mecanismo que permite generalizar, homogenizar y estandarizar, para calificar solo a quienes repiten teorías y fórmulas, así como para determinar cuánto han aprendido y cuanto de calificación merecerán. Consecuentemente, el examen se constituye en un fin, cuando en vez de eso, debería ser utilizado como instrumento que impulse o motive a aprender y enseñar mejor, además en función al desarrollo de las ya citadas potencialidades, cualidades y capacidades con las que cuentan las y los estudiantes, sin excepción. La evaluación muy bien practicada debe permitirnos establecer el verdadero aprendizaje, porque ¿Será buen estudiante aquel que sabe qué es cuidar el medio ambiente o el que cuida el medio ambiente?, ¿es excelente aquel estudiante que define perfectamente el término respeto o el que trata con respeto a sus compañeros, compañeras de aula?, ¿es excelente aquel estudiante que resuelve perfectamente los ejercicios de matemáticas, de física y química o aquel que aplica sus conocimientos y aprendizajes de matemáticas, física y química, para resolver problemas de su entorno?
Finalmente, es importante manifestar que, en las unidades educativas, cuando se dice que actualmente se evalúa mucho, lo que sucede en realidad es que se examina demasiado, pero se evalúa poco, por estas razones maestras y maestras debemos evaluar más y examinar menos, evitando que la promoción o retención de los y las estudiantes, en la situación de formación y/o educación, dependan de un examen escrito u oral.
Fuente: Por: Walter Choque Clavijo
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