EDITORIAL

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El mundo cristiano en general vivirá esta semana una época especial del año, porque recordaremos la Semana Santa, que no es una fiesta más del calendario.

Al contrario es una fecha que nos invita a la reflexión personal y de saber cómo estamos como personas, cuál es nuestra actitud hacia el prójimo y cómo llevamos nuestras vidas.

Desde mañana serán días de autoevaluación, de un encuentro con “yo” mismo y de verdad, todos debemos saber cómo estamos andando en este mundo.

Si notaron en los últimos años, el comportamiento de los seres humanos, no solo en nuestra ciudad, sino también en nuestro país y en el mundo entero tuvo un cambio negativo. Nos hemos vuelto intolerantes, agresivos, envidiosos, malos, solo pensamos en nuestros intereses personales por satisfacer apetitos de la vida mundana.

Pero, nos preguntamos en algún momento ¿Qué hemos hecho de bueno por la humanidad? ¿Pensamos en el prójimo, más que en nosotros? ¿Atendimos la necesidad del amigo, cuando más lo necesitaba?

Él llegó a esta Tierra para salvar los pecados del mundo, para convertir nuestros errores en enseñanzas de vida, pero que a la hora de la verdad no las sabemos tomar en cuenta, tal vez pensamos en ello, cuando estamos cerca de la muerte o cuando tenemos una necesidad imperiosa de lograr algún objetivo.

Somos humanos y todos nos equivocamos, pero debemos saber reconocer nuestros errores, si es que los cometimos y aprender de ellos. Por eso decíamos que es un tiempo de reflexión, por eso decimos que es una semana que debe llevarnos a un proceso de cambio.Un proceso de cambio espiritual, para que mañana seamos mejores personas. Esta semana que sirva para enterrar todos los egos que llevamos en el cuerpo, dejemos de maldecir al prójimo, dejemos de hablar en su contra, dejemos de envidiarlo, dejemos de pensar en nuestros propios intereses, dejemos de ser egoístas y dejemos de vivir en el infierno en que nos encontramos. Porque tarde o temprano nos iremos de este mundo y ¿qué habremos dejado de bueno para que nos recuerden?

Pensemos que cada día podemos construir un mundo mejor, seamos más caritativos, seamos más sensibles ante los problemas de la humanidad, construyamos un país, pero en paz. En vez de pelearnos todo el tiempo por pedazo de tierra, démonos la mano y juntos sembremos, para cosechar más adelante y compartir como Jesús enseñó a sus discípulos al impartir sus conocimientos.

Demos al que no tiene, ayudemos a quien lo necesite, curemos al que está enfermo y brindemos nuestro corazón para iluminar al de aquellos que lo tienen apagado.

Esperemos que estas sencillas y humildes palabras sean tomadas en cuenta, porque es hora de vivir un cambio…

Fuente: La Patria