Piden junta militar

Infinidad de ciudadanos como yo escuchamos en un canal de televisión la petición de un grupo de otros ciudadanos por una junta militar en lugar del partido y los candidatos electos. Tal propuesta confirma que no se puede formular ningún razonamiento útil sin apoyarlo en hechos imaginarios o reales. El pensamiento que se apoya en sí mismo, sin influencias o materiales venidos de fuera, es decir, por influencia externa, permanece siendo una especulación vacía, es decir, sin contenido.

Un despropósito como el que se cita en el epígrafe, que es una noción abstracta, desprovista de soporte concreto, ni siquiera puede ser concebida, y si se lo hace se confirmará que ostenta su sustrato en un pensamiento psicótico.

En el caso presente se nota inequívocamente que quienes lanzaron al aire tal despropósito no comprenden perfectamente la deducción pues lo general no refleja siquiera un atisbo en la percepción particular.

La inteligencia nuestra cuando interpreta estas impresiones, proporciona una imagen que se acepta como copia original del mundo exterior donde se vive, naturalmente sin generalizar, pero que en verdad esa imagen no se le parece ni es el sentimiento mayoritario.

Cuando el espíritu actúa desbocado, sólo impulsado por el volcán de las pasiones, se conciben peticiones de tal naturaleza obsecuente que denigran la capacidad intelectiva de quienes las realizan porque la precisión en las palabras y en la realidad en la que se vive, hoy, sobre todo, es definitivamente vital.

La precisión absoluta en la política es imposible, empero, sabemos que cuando nos esforzamos en medir con cierta precisión nuestras palabras, que es medir nuestra imprecisión, es decir, que se está indicando qué limites están comprendidos entre los errores; así se evitan dislates tan llamativos que distorsionan la paz social y envalentonan a los referidos.

Cuando se elabora una propuesta de ese cariz desatinado se está omitiendo a la moral social que mira por sus códigos únicamente el interés general, que son reglas vitales para la existencia de la sociedad, de una nación o un país. La moral social prohíbe delitos ya conocidos como el robo, el asesinato, el fraude pero también prohíbe la incitación a lo ilícito y la sedición.

Sobre la moral personal todo ciudadano tiene derecho a discutir, puesto que él elige o cree elegir sus reglas de conducta, empero, en materia de moral colectiva, está obligado, como imperativo categórico, a someterse, porque la sociedad se lo impone y poco importa que sean contrarias al interés individual.

(*) Es abogado corporativo, posgrados en Filosofía y Ciencia Política (Maestría-Cides-UMSA), Alta Gerencia para abogados (UCB-Harvard), Interculturalidad y Educación Superior (Facultad de Derecho, Facultad de posgrado, UMSA), Docencia en educación Superior (Diplomado Superior, Univ. Loyola) Arbitraje y Conciliación (Especialidad), Derecho Aeronáutico (Instituto de Derecho Aeronáutico, del Espacio y de la Aviación Comercial, Madrid), doctor honoris causa en Humanidades (IWA-Cambridge University, USA)

Fuente: Por: Raúl Pino-Ichazo Terrazas (*)