Oruro: Eres la enamorada del gringo y del gitano

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Hace 414 años nacía un terruño que se convertiría en un ícono de la heredad nacional, la cuna de la libertad, el polo de desarrollo pujante que alimentó a un país por siglos. Esa tierra de tesoro incalculable se llama Oruro.

Fue don Manuel de Castro del Castillo y Padilla, quien se encargó, por motivación de los pobladores de San Miguel, de fundar una urbe en esta parte del globo terráqueo, bautizada como la Villa de San Felipe de Austria, hecho que sería de conocimiento de la corona española mucho después de aquella iniciativa.

La riqueza minera fue la causante de aquella fundación, sus ricas vetas de plata clavadas en el cerro Pie de Gallo, permitieron que nazca la villa, el 1 de Noviembre de 1606.

Pero no se quedaría solamente en un simple poblado, sino que con el transcurrir de los años, su ubicación geográfica estratégica, permitiría consolidarlo como un territorio emplazado en el mapa siendo uno de los más importantes de su época en el Alto Perú.

Oruro, en su época siempre fue tierra de foráneos, quienes llegados de distintas partes del mundo se enamoraron, no sólo de sus riquezas, sino también de su gente, de sus tradiciones y de su cultura. Hubo una hibridación de pensamientos, hábitos y culturas que permitieron concebir uno de los tesoros más grandes de los orureños como es su Carnaval, y su principal pilar es la fe y devoción a la Virgen del Socavón, cuya aparición data aproximadamente en la década del 40 del siglo XVIII.

Esa fe no sólo movió montañas, sino que transformó a todo un territorio; en su seno nacieron hombres valerosos que llevaron en su sangre la fuerza de la libertad, que permitió el primer grito libertario de la América morena. Fueron los citadinos que efectuaron la rebelión contra la corona.

Oruro enamoró a Antonio José de Sucre, quien pretendió que sea la sede de la fundación de la República, pero el egoísmo de los abogados chuquisaqueños que usaron sus viejas artimañas, como la mentira, le negaron a esta tierra ser la cuna de Bolivia.

Pese a ese desaire, Oruro continuó aportando con su riqueza al engrandecimiento de la nación. De sus entrañas salió el desarrollo de Santa Cruz y de otras regiones del país, aportó ideas revolucionarias que el país necesitaba para su transformación.

La ciudad de Oruro, tiene tradición, cultura, esplendor que poco a poco es olvidada por sus habitantes, porque no viven Oruro, no respiran Oruro y no sienten Oruro, prueba de ello, es el retroceso que se tiene.

En fin, Oruro, seguirá siendo la enamorada del gringo y el gitano, como decía Luis Mendizábal Santa Cruz, pese a esas vicisitudes e indiferencia de sus hijos que sólo viven para el día. Oruro cuna de valientes y tumba de tiranos será el lema que por siempre se lleve hasta que este planeta concluya con su vida misma, en este pequeño punto del espacio infinito.

Fuente: Por: Dehymar Antezana LA PATRIA