Siguen las hostilidades

Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, la palabra hostilidad viene del latín “hostilitas, hostilidad es la cualidad de hostil, que indica una actitud provocativa y contraria, generalmente sin motivo alguno, hacia otro ser vivo”.

Comenzamos conceptualizando el término hostilidad porque al parecer las autoridades de nuestro país continúan con el afán de denigrarse y vengarse unos de los otros, pero los perdidosos en este caso serían los ciudadanos, porque en lugar de ocuparse en lograr una pacífica transición, en la que se sigan los planes de mejora en la salud, educación y en otros aspectos, sacando lo mejor de ambos métodos, se enfrascan en juicios de ida y juicios de vuelta, buscando “castigar” lo que no toleran de sus contrarios.

La justicia que al parecer en Bolivia tiene colores y preferencias, como siempre, según quién pague más, ha sobreseído a los antes “perseguidos” y se han comenzado juicios nuevos contra las autoridades salientes.

De una vez por todas, se debe entender que las autoridades que ocupan un cargo, fueron elegidos para representar a la población, y a esa ciudadanía se deben, es decir, no son reyes, ni dioses, son servidores públicos y deben servir a su pueblo, no al revés.

Se nota hostilidad entre ambos bandos, es bueno que exista diversidad de pensamientos, además de ideologías, pues eso enriquece la gestión de un gobierno, no es necesario que tomemos partido por unos o por otros, simplemente respetar el punto de vista del otro, sin querer cambiarlo u hostigarlo.

Asimismo, ya sea por los medios de comunicación tradicionales, o por las redes sociales, personajes de un bando o del otro, de izquierda o de derecha escriben insultos y descalificaciones, pero los ciudadanos estamos conscientes de que sean de la ideología que sean, las autoridades del Gobierno, hicieron lo mejor que pudieron con lo que sabían.

Cada que asumen un cargo autoridades nuevas deshacen todo lo que construyeron las anteriores, y pierden tiempo y recursos en una guerra insulsa que no permite al país avanzar hacia el progreso, nos sume más en el atraso, cuando al reconocer lo que los otros hicieron bien, se podría continuar con ello y modificar únicamente lo que realmente no está bien hecho o no favorece a nadie.

Lo mismo ocurre con las autoridades subnacionales, por ejemplo, cada que se posesiona a un alcalde, deshace todo lo que hizo su antecesor y vuelve a construir lo mismo, pero esta vez con su nombre y los colores de su partido, en lugar de avanzar y usar los recursos de manera inteligente para atender a sectores olvidados, para mejorar la calidad de vida de quienes votaron por él y de quienes no lo hicieron.

Se espera que los políticos dejen sus actitudes revanchistas, la hostilidad y comiencen a pensar en el bienestar del país y sus habitantes, construyendo en lugar de destruir, continuar lo bueno y cambiar lo errado.