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Lunes 26 de octubre de 2020

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Editorial y opiniones

Democracia

26 oct 2020

Fuente: Por: Dr. Raúl Pino-Ichazo Terrazas (*)

La democracia ha asumido la tendencia a irradiar odio al opositor y éste se caracteriza por la pasión que como expresaba el profundo pensador y ex presidente uruguayo progresista Mujica “el odio estupidiza a quien lo engendra pues hace perder la objetividad, de ahí que se establece diferencia entre la pasión y el odio”. Lo más peligroso de este odio entre los políticos es que posea su sustrato en la discriminación, regionalismo y en la presunta superioridad racial.

Una definición sencilla e inteligible de la política es la lucha por la felicidad del humano, y que el cambio es lo único permanente; ahondando en la premisa que la democracia no existe si no se tiene a un pueblo comprometido.

Los problemas generales se suscitan cuando los poderes de los mandatarios sobrepujan a la ley y a la Constitución y, además, exceden las expectativas de la población y se convierten en la proclividad a satisfacer solo las aspiraciones de determinadas élites y que inequívocamente decantan en la corrupción.

El pueblo casi involuntariamente asume una doble posición en la democracia; una es la que ansía que sus proyectos presentados y aspiraciones trasuntadas en petitorios formales que tienen el objetivo de mejorar su desarrollo humano se realicen a la brevedad, empero, las democracias engendran una burocracia pesada; la otra es la desesperada actitud del ciudadano que pierde la paciencia y siente desesperanza ante las dilaciones en el cumplimiento fiel de lo que significa progreso conociendo perfectamente la inexorabilidad del tiempo. Cuando los gobernantes no actúan con seriedad y prestancia el pueblo ansía que se concentre el poder en una persona que tome decisiones y se cumplan con inmediatez.

Lo expresado es un tema exornado por la delicadeza de su tratamiento y sólo se puede solventar con la prolijidad, esmero y apostolado de un servidor público, además de eficiencia, para cumplir las aspiraciones del pueblo que, a las postrimerías es el único receptor de las acciones de un gobierno y su máximo y despiadado crítico.

Por ello es que los gobiernos democráticos deben propender a ser competentes y hacerse competentes todos los días; y la exigencia ineluctable para conseguir este objetivo es reunir a las mejores mujeres y hombres que alberguen en sus espíritus la honestidad y el servicio la pueblo, que precisamente delega su poder a un gobierno que no ejercite experimentos ni largos aprendizajes en el conducción de un Estado, debido a que ha asimilado con cruel realidad que la vida es una quimera en el tiempo. Acciones de respeto profundo a las necesidades de un pueblo que deben ser inamovibles en el periodo democrático obtenido electoralmente satisfarían sobremanera a aquél.

“Quosque tandem abutare patientia nostra”, parece decir el pueblo con vehemencia cuando el Estado se convierte en un aparato frívolo, sin solidaridad y nulas mejoras sustentables para la población.

Cicerón fue el creador de la anterior frase en sus Catilinarias, y denota hasta cuándo se debe abusar de la paciencia del pueblo; la frase se aplica a todos aquellos que son reticentes a su deber de cumplir la ley e intentar manipular por la violencia las aspiraciones regionales ignorando las determinaciones legítimas del Estado.

También esta profunda reflexión en una sola frase se adjudica al abuso de ciertos ciudadanos y también agrupaciones políticas por las noticias falsas cuya esencia perversa no es otra que infamar al prójimo o a una agrupación y peor, hacerlo anónimamente.

(*) Es abogado, posgrados en Filosofía y Ciencia Política (Maestría-Cides-UMSA), Alta Gerencia para abogados (UCB-Harvard), Arbitraje y Conciliación (Especialidad) Interculturalidad y Educación Superior (Facultad de Derecho. Posgrado-UMSA), Docencia en Educación Superior (Diplomado Superior; Universidad Loyola), Derecho Aeronáutico (Instituto Iberoamericano de Derecho Aeronáutico, del Espacio y de la aviación Comercial, Madrid), doctor honoris causa en Humanidades (IWA-Cambridge University, USA)

Fuente: Por: Dr. Raúl Pino-Ichazo Terrazas (*)
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