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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 Alejandro Canedo - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Alejandro Canedo. Poeta (La Paz, 1975) Ha publicado los poemarios: Poemasesino (2014); Bitácora (2015); Urbanos (2015); Nervaduras (2016) en colaboración con el fotógrafo Fernando Miranda; informe murciélago (plaquette, 2016) en colaboración con el poeta Jorge Campero; delírium trémens - volumen cinco (plaquette, 2016) en colaboración con el poeta Sergio Gareca.
[CIUDAD]
vertiginosa
refugias encuentros todos los extravíos
tu esplendor y decadencia: la inocencia de un huérfano el torvo gesto de un asesino y un poeta
*
ninguna y todas las ciudades
insectario metropolitano
inventario de abolladura y tedio natalicio
un sanseacabó cotidiano
*
ciudad reposada en pétalos de retama aleteos de mariposas nocturnas
ínclita proscrita en las alturas concubina de astros
evoco tu respirar azul eco de míticos arpegios
manzana de la podrida concordia refugio de ninguneados hecha a imagen y semejanza de tus hijos miniatura crisol de estas ilusiones baratija
amo todo cuanto en ti me hunda
ciudad íntima ciudad ínfima
propicia para este orgullo de ser nadie(s)
*
ciudad acorralada por diluvios
pensaba en los picaflores las mariposas nocturnas o las moscas y en otros ahogados
indigentes prostitutas amantes ocasionales y jubilados
dónde habrán quedado qué soledad habrá desbordado sus baldíos
*
tomada por (auto)biógrafos autocomplacientes…
solo los perros suicidas borrachos prostitutas con sus gemidos perspicaces
conjuran tu misterio sin corromperte
*
la ciudad es a ti lo que el cadáver a los insectos necróforos
la música a la memoria
el silencio a la música de los recuerdos –necróforos–
*
en la ciudad de siempre otra esquina la esquina de siempre
otro doblar la esquina el doblar la esquina de siempre
otro frío a la sombra el frío a la sombra en la sombra de siempre en el invierno de siempre
otro tú y yo el tú y yo de siempre
otra soledad la soledad en la soledad de siempre
otra ciudad la ciudad en la ciudad de siempre
*
descomunal botadero de bípedos
de hombres disolutos y mujeres imposibles
de indicadores demográficos malbaratados y semáforos descompuestos
señalética político-religiosa variopinta
medioambiental y demagógicamente i n s o s t e r r i b l e
INVULNERABLES
[mensaje de texto 4:16 a.m.]
excusándome por irrumpir en sus sueños con este añoro, remito un menjunje que acompañe su jornada
jengibre
pachuli
yerbabuena
deshidratados varios
cosechas de aguas del último de los diluvios
saturen sus vapores todo cóncavo de su calavera
no hay mejor cosa que deambular umbrales, pasadizos de casonas y utopías –aunque– malbaratadas
encontrarse sin buscarse entre multitudes anónimas, hipnotizadas por desfiles cívicos esotéricos y las preferencias del cancerbero de turno en este infierno
las palabras se fueron a dormir.
SUSTANCIA DE CIUDAD
¿será posible aprehenderla?
¿a qué condiciones atribuirla? ¿al clima o la geografía donde refugia tan azarosos emplazamientos? ¿o bien a los seres, humanos y otros de mejor índole, que la edifican, habitan y corrompen?
¿podrán vislumbrarla los ojos foráneos, presumiblemente imparciales o más próximos al develamiento? sin embargo, traen bagajes singulares, experiencias previas en otras ciudades remotas, que relativizan aquella hipotética clarividencia.
legítimamente, puede también atribuírsela a intrincadas configuraciones históricas y sociológicas; visiones, digamos, analíticas.
ahora bien, tales artificios tienden a subestimar la inequívoca lucidez de sus moradores, quienes, sustraídos del afán por sobrevivir, le atribuyen singular trascendencia.
así, quién sabe si, coetáneo a conjeturas de forasteros o empeñosos análisis eruditos, resulte propicio aquel encuentro epifánico con la ciudad, sublime, tormentosa, trágica, festiva; que, así como seduce a propios y extraños, hipnotizándolos hasta profanarlos, (nos) engendra, lisonjea y aniquila.
Desde Baudelaire y su ámbito radical de inserción, la ciudad fue, es y será (?) un nuevo pliegue extendido de la labor poética contemporánea. En ese juego de palitroque de dimensiones que rebasa la de los mortales que somos, se yergue la palabra y el silencio, sobre todo el silencio, ante un magma epifánico que aturde. Ese registro es el suscrito aquí por los poemas de Alejandro Canedo. Un poeta habitante de la ciudad para vivirla y aprehenderla intensa y genuinamente. Acto -íntimo o performático- que también puede atribuirse (legítimamente) a intrincadas configuraciones históricas y sociológicas; visiones, digamos, analíticas.
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