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Alejandro Canedo - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
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Invitado


Domingo 25 de octubre de 2020

Portada Principal
Cultural El Duende

Alejandro Canedo

25 oct 2020

Alejandro Canedo. Poeta (La Paz, 1975) Ha publicado los poemarios: Poemasesino (2014); Bitácora (2015); Urbanos (2015); Nervaduras (2016) en colaboración con el fotógrafo Fernando Miranda; informe murciélago (plaquette, 2016) en colaboración con el poeta Jorge Campero; delírium trémens - volumen cinco (plaquette, 2016) en colaboración con el poeta Sergio Gareca.

[CIUDAD]

vertiginosa

refugias encuentros todos los extravíos

tu esplendor y decadencia: la inocencia de un huérfano el torvo gesto de un asesino y un poeta

*

ninguna y todas las ciudades

insectario metropolitano

inventario de abolladura y tedio natalicio

un sanseacabó cotidiano

*

ciudad reposada en pétalos de retama aleteos de mariposas nocturnas

ínclita proscrita en las alturas concubina de astros

evoco tu respirar azul eco de míticos arpegios

manzana de la podrida concordia refugio de ninguneados hecha a imagen y semejanza de tus hijos miniatura crisol de estas ilusiones baratija

amo todo cuanto en ti me hunda

ciudad íntima ciudad ínfima

propicia para este orgullo de ser nadie(s)

*

ciudad acorralada por diluvios

pensaba en los picaflores las mariposas nocturnas o las moscas y en otros ahogados

indigentes prostitutas amantes ocasionales y jubilados

dónde habrán quedado qué soledad habrá desbordado sus baldíos

*

tomada por (auto)biógrafos autocomplacientes…

solo los perros suicidas borrachos prostitutas con sus gemidos perspicaces

conjuran tu misterio sin corromperte

*

la ciudad es a ti lo que el cadáver a los insectos necróforos

la música a la memoria

el silencio a la música de los recuerdos –necróforos–

*

en la ciudad de siempre otra esquina la esquina de siempre

otro doblar la esquina el doblar la esquina de siempre

otro frío a la sombra el frío a la sombra en la sombra de siempre en el invierno de siempre

otro tú y yo el tú y yo de siempre

otra soledad la soledad en la soledad de siempre

otra ciudad la ciudad en la ciudad de siempre

*

descomunal botadero de bípedos

de hombres disolutos y mujeres imposibles

de indicadores demográficos malbaratados y semáforos descompuestos

señalética político-religiosa variopinta

medioambiental y demagógicamente i n s o s t e r r i b l e

INVULNERABLES

[mensaje de texto 4:16 a.m.]

excusándome por irrumpir en sus sueños con este añoro, remito un menjunje que acompañe su jornada

jengibre

pachuli

yerbabuena

deshidratados varios

cosechas de aguas del último de los diluvios

saturen sus vapores todo cóncavo de su calavera

no hay mejor cosa que deambular umbrales, pasadizos de casonas y utopías –aunque– malbaratadas

encontrarse sin buscarse entre multitudes anónimas, hipnotizadas por desfiles cívicos esotéricos y las preferencias del cancerbero de turno en este infierno

las palabras se fueron a dormir.

SUSTANCIA DE CIUDAD

¿será posible aprehenderla?

¿a qué condiciones atribuirla? ¿al clima o la geografía donde refugia tan azarosos emplazamientos? ¿o bien a los seres, humanos y otros de mejor índole, que la edifican, habitan y corrompen?

¿podrán vislumbrarla los ojos foráneos, presumiblemente imparciales o más próximos al develamiento? sin embargo, traen bagajes singulares, experiencias previas en otras ciudades remotas, que relativizan aquella hipotética clarividencia.

legítimamente, puede también atribuírsela a intrincadas configuraciones históricas y sociológicas; visiones, digamos, analíticas.

ahora bien, tales artificios tienden a subestimar la inequívoca lucidez de sus moradores, quienes, sustraídos del afán por sobrevivir, le atribuyen singular trascendencia.

así, quién sabe si, coetáneo a conjeturas de forasteros o empeñosos análisis eruditos, resulte propicio aquel encuentro epifánico con la ciudad, sublime, tormentosa, trágica, festiva; que, así como seduce a propios y extraños, hipnotizándolos hasta profanarlos, (nos) engendra, lisonjea y aniquila.

Desde Baudelaire y su ámbito radical de inserción, la ciudad fue, es y será (?) un nuevo pliegue extendido de la labor poética contemporánea. En ese juego de palitroque de dimensiones que rebasa la de los mortales que somos, se yergue la palabra y el silencio, sobre todo el silencio, ante un magma epifánico que aturde. Ese registro es el suscrito aquí por los poemas de Alejandro Canedo. Un poeta habitante de la ciudad para vivirla y aprehenderla intensa y genuinamente. Acto -íntimo o performático- que también puede atribuirse (legítimamente) a intrincadas configuraciones históricas y sociológicas; visiones, digamos, analíticas.

Para tus amigos: