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Domingo 18 de octubre de 2020

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Revista Dominical

Adela Zamudio, mujer excepcional

18 oct 2020

Fuente: Por: Práxides Hidalgo Martínez

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Comenzaré señalando que estamos viviendo una época en que “supuestamente” las mujeres hemos alcanzado una serie de conquistas, coronándonos en espacios que antes estaban reservados sólo para los varones.

Hoy existen leyes que protegen los derechos de las mujeres, de ahí que los términos equidad de género, discriminación, defensoría de la mujer, familia y otros parecidos, están ligados a movimientos reivindicatorios de grupos de personas hasta hace poco postergados en sus aspiraciones.

Es verdad innegable que casi todas las sociedades han relegado la participación de la mujer en diferentes espacios, pues se creyó que su misión era cuidar de la familia, del hogar, realizar labores de cocina, etc. Las culturas que nos han precedido han sido enteramente patriarcales. Hasta hace poco los espacios estaban muy demarcados para las mujeres y los hombres.

Sin embargo, la historia registra los nombres de mujeres que vencieron esas demarcaciones, en diferentes áreas de la vida ciudadana, pero algunas han utilizado la literatura como ventana para expresar su rebeldía. Es el caso de la mexicana Sor Juana Inés de la Cruz, y de nuestra Adela Zamudio, que consideramos hitos de la presencia femenina en el ámbito de la poesía.

Es pertinente recordar que por mucho tiempo el campo literario ha sido sembrado sólo con la participación masculina, al extremo que algunas mujeres han tenido que utilizar nombres de varones para publicar sus obras y ser aceptadas en la historia de la literatura de sus pueblos, un ejemplo claro es el de Fernán Caballero, pseudónimo de Lucila Böhl de Faber, que una vez que el gobierno belga se enteró que era mujer, dejó sin efecto la concesión de la Cruz de la orden de Leopoldo.

Para comprender la posición de Adela Zamudio con respecto a su tiempo debemos indicar que vivió una época de incertidumbre política en el país, agitada por los desacuerdos entre liberales y conservadores, constantes revueltas, por ejemplo “Las matanzas de Yáñez” o de El Loreto, guerras, como la del Pacífico y del Acre donde perdió a su hermano Máximo (1903), pero también el debate ideológico entre liberales e iglesia católica.

En este contexto surge la voz de Paz Plácida Adela Rafaela Zamudio que nació el 11 de octubre de 1854 y murió el 2 de junio de 1928 pronunciando: “Tengo sueño…quiero dormir”

Privilegiada con el cultivo de su educación, recorrió las páginas de los grandes clásicos en la biblioteca paterna. Mente sagaz que respondió a los cuestionamientos de su época a través de sus escritos sean en verso o prosa, ya sea narración o artículos periodísticos. Cultivó también la música, cantaba, tocaba guitarra y pintaba.

Si bien publicó sus primeros escritos bajo el pseudónimo de Soledad, se animó a incursionar en el campo de la literatura, cuando sólo tres mujeres hasta ese momento eran conocidas: María Josefa Mujía, Mercedes Belzu de Dorado, Manuela de Gorriti.

Comprendió que la mujer tenía derecho a la educación, pero no sólo lo que brinda un currículum oficial, sino también educación artística y científica, movida por esta convicción fundó la Academia de Dibujo y Pintura destinada a niñas de 8 a 10 años, en el curso elemental, y a señoritas jóvenes en curso avanzado. Tenía como lema que la mujer debía vencer la realidad y cultivar la imaginación plasmada en la creatividad artística.

Cuando se desempeñó como maestra de la Escuela San Alberto, no le interesaba la puericultura, sino la paidología, el arte y la ciencia en la educación infantil, pero especialmente de las niñas para así vencer el cerco del machismo imperante en ese contexto. En este aspecto fue visionaria de la formación de las niñas, niños y jóvenes no sólo en el aspecto cognitivo, sino en el carácter emocional, potenciando la sensibilidad en una sociedad consumista, como la que estamos viviendo.

Dejó de funcionar esta academia cuando en 1905 la nombran Directora de la Escuela Fiscal de Señoritas. Propugnaba una educación laica, pero por esta idea fue combatida por la Liga de Señoras Católicas, que no aceptaban sus críticas sobre la religión, pero ella respondió a través de su escrito “Reflexiones” a la falsa moral con que se adornaban estas señoras en ocasión de una Velada donde las mismas representaron escenas que no correspondían al mundo de la infancia, Las señoras se buscaron un defensor, Fray Francisco Pierini, son célebres los escritos que circularon por este incidente.

Líder, es el denominativo para esta mujer excepcional, que decía su verdad que para los intereses de la época eran ametralladoras lingüísticas cargadas de reflexiones contra la hipocresía, la vanidad, la envidia, el machismo, la desigualdad económica, en resumen contra los prejuicios sociales reinantes, pero en especial la deshumanización del hombre con su prójimo.

Si bien ella cultivó las liturgias y visitó los espacios religiosos, prontamente se alejó por las incongruencias entre lo que se dice y se actúa, esto no significa que fuese atea, pero criticaba que la iglesia se alejara del camino que nos dejó Jesús, además, sólo fue una mujer rebelde, valiente, virtuosa y magnífica escritora, como la califica Antonio Paredes Candia. (1983)

Combatió a la institución que en ese momento tenía mucho poder: la Iglesia Católica, apoyada por una legión de señoras dogmáticas, pero no practicantes, además indiferentes a todo lo que sucedía a su alrededor. Fue atacada y calificada de atea y anarquista, además de recibir una carta anónima en la que se la censura, la misma que titulaba: A una dama feminista y radical.

Ganó la adhesión de intelectuales renombrados como Rodolfo Soria Galvarro, Rosendo Villalobos, Franz Tamayo, Benjamín Guzmán, Gregorio Reynolds, Emilio Finot, Juan Francisco Bedregal, Abel Alaracón, Raúl Jaimes Freire, José Antezana, Julio A. Antezana.

Círculos intelectuales de Cochabamba le concedieron la pluma de oro, como galardón de triunfo, pues sus escritos ganaron adhesiones, sintiéndose derrotadas sus enemigos y su defensor. Los periodistas también festejaron el triunfo de la causa de la educadora.

Pero también recibió el reconocimiento aun de sus detractoras y detractores.

Fue visionaria en la educación de las mujeres, ideas que las concretó en los centros educativos donde estuvo ejerciendo la docencia.

La prensa nacional, pero en especial “El Heraldo” publicó sus cuentos, poemas y artículos de crítica y reflexiones. En 1896, editó el periódico satírico “El alegre carnaval” donde satirizó los prejuicios de su época.

Combatió el machismo en su famoso poema: “Nacer hombre” y en el cuento “El diablo químico”, la falsedad religiosa en “Quo Vadis” y en el cuento el “Velo de la Purísima”, la pobreza en su cuento “Rendón y Rondín” la complicidad de las autoridades y curas en los atropellos a los campesinos, en su cuento “Noche de fiesta”, “Íntimas” es la única novela que escribió, aunque ignorada por la crítica de su tiempo; valorada hoy, a la luz de las ideas que recoge en relación a la mujer, novela escrita por mujeres y para mujeres, señala la misma Zamudio. Utilizó el género epistolar para narrar historias de mujeres.

En 1915, el círculo de Bellas Artes de La Paz la nombró como sostenedora de los Juegos Florales, y en 1926 fue coronada como reina de los juegos florales. Era la segunda vez que se efectuaba similar ceremonia en América de habla hispana, puesto que la primera tuvo lugar en 1860 en homenaje a Gertrudis Gómez de Avellaneda.

El escritor Eduardo Ocampo Moscoso dice: “Nadie como ella, había cumplido el ingente ejercicio de tornarse más altiva que su propio dolor, ni más grande que su propia soledad”

Curiosamente no figura en la Antología preparada por el sacerdote Juan Quiroz publicada en 1964 ni en la de 1983.

Fuente: Por: Práxides Hidalgo Martínez
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