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Perdurable testimonio de Oscar Dávila Michel - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
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Domingo 27 de septiembre de 2020

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Revista Dominical

Espirales de viento

Perdurable testimonio de Oscar Dávila Michel

27 sep 2020

Fuente: Por: Marlene Durán Zuleta (*)

En homenaje al centenario de su nacimiento un 3 de julio de 1920

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De tanto hacer tributo primero al estudio para ascender a la excelencia, seguir el trazo de la fortuna al contar con el sello de una Universidad de renombre, haber concluido la especialidad, y escribir la memoria infinita de esa fuerza telúrica que dominan las minas, lo que indudablemente sedujo al ingeniero Oscar Dávila Michel. Casi toda su vida compartió la grieta, que encontró en la montaña.

Su padre de profesión médico, recorrió todos los puntos cardinales, para cotidianamente cumplir el trabajo sagrado de Hipócrates. Allá por 1918, fue inicio para convivir rodeado de minas, trabajó en Quechisla, empresa de don Félix Avelino Aramayo. Centro minero, que hacen 100 otoños atrás, se enalteció con el advenimiento de Oscar Dávila Michel, un 3 de julio de 1920, este año celebramos y rememoramos a esta personalidad. Coincidentemente, en esta fecha se creó la Facultad Nacional de Ingeniería.

Durante la contienda bélica su progenitor con el grado de teniente coronel prestó servicios en el hospital de Villamontes.

En su obra “Espirales de Viento”, testimonio de vida, Oscar Dávila Michel es Octavio Loayza.

Cuando salió Bachiller del Instituto Americano en la ciudad de La Paz, retornó a Catavi, su padre había sido “trasladado a Siglo XX, la Patiño Mines Llallagua”, continuaba trabajando como galeno.

Octavio, en algún instante de elegir una profesión, pensó seguir las huellas de su progenitor, o estudiar para abogado y convertirse en político. En la balanza de las decisiones ninguna pesaba.

Antes de iniciar estudios en la Facultad Nacional de Ingeniería, encontró trabajo en Catavi. A manera de ensayo se desempeñó como “almacenero”, los anaqueles tenían todo, la faena comenzaba a las 05:30 dura experiencia. Recorrió los “vericuetos de una mina subterránea”, ante un derrumbe imprevisto con pérdidas materiales, un superior le aconsejó que optara por otra profesión y nada con argentíferos.

Al seguir estudios superiores, el año 1939 eligió la carrera de Minas, el compromiso que se había planteado fue, desde principio ser el mejor, cuando concluyó estudios en 1944, las notas sobresalientes, fueron evidencia de su íntegra dedicación, haciéndose acreedor a una beca ofrecida por el Banco Minero de Bolivia. Entidad bancaria que propuso una Maestría en Ingeniería Metalúrgica, en una de las mejores Casas de Estudio, Colorado of Mines y University School of Minas, Estados Unidos de Norteamérica.

Su promedio siempre fue A, -excelente- y figuraba en la lista de honor, tenía otra visión comparando estas minas con las de Norteamérica, había diferencia.

Estando a medio curso, observó por televisión que el Presidente Gualberto Villarroel había sido colgado, recordó que el dignatario había visitado la Universidad Técnica de Oruro causando buena impresión entre los estudiantes, por un discurso improvisado pero elocuente.

Esa revolución alteró todo, tuvo la fortuna de proseguir estudios, con trabajos improvisados, los amigos estaban conscientes que había dedicado todo su tiempo para estar entre los mejores alumnos, habría sido sarcasmo, estudiar y no concluir la especialidad. Una vez que terminó, tenía que ejercer lo que había experimentado. Pidieron quedarse, no estaba en sus determinaciones otra iniciativa que no fuera la Patria. Sin embargo antes de volver a Bolivia, se trasladó a México para conocer algunas minas y otros países.

Su retorno no fue grato. Habiéndose presentado en Gerencia de Comibol, fue contratado para trabajar en el Ingenio de Machacamarca, encontró incomodidad y dificultad para sacar adelante, el vetusto laboratorio, fue su entereza y paciencia con el superior que probablemente por ser persona mayor se sintió opacado que Octavio, joven profesional fuera preparado a la par del ingeniero alemán.

Las objeciones del extranjero afectaron notoriamente, sin embargo una fuerza interior obligó proseguir el trabajo que la Superintendencia le había propuesto a Octavio. Una vez que concluyó lo encomendado, se ausentó a la ciudad de La Paz, para solicitar su cambio.

Los vaticinios marcaban encontrar a su alma gemela, los dos afortunados él acucioso en la investigación, ella amor eterno, se unieron en matrimonio.

Transferido a la mina de Santa Ana, recién había contraído nupcias, pidió no ir solo. En esa sección estaba la planta de concentración, se procesaban las minas estañíferas de Siete Suyos. Las propiedades eran parte de la Compañía Minera y Agrícola Oploca del Grupo Patiño, producía concentrados de estaño y de plomo-plata. Un problema que presentaba ese sitio, era el agua, la “acidez atacaba cañerías y maquinaria”.

Octavio, no tuvo opción para avanzar en el trabajo, realizó “un estudio sobre el efecto de la cal en las aguas de la mina, única forma de neutralizar la acidez, consistente en mezclar cal molida en cantidades substanciales al agua de la mina”, la propuesta a la gerencia de Catavi fue “para el tratamiento de las aguas de copajira, requerían correas transportadoras, chancadora, molino agitador y un tanque espesador, además de construcciones civiles” el directorio de Patiño Mines rehusaba realizar más inversiones.

Joseph Larson experto en flotación, recién llegado de Norteamérica, Octavio pasó a ser su asistente, decidieron realizar turnos para salir adelante, Clark Gordon era Gerente de la empresa, hubo empatía entre los tres.

Avatares en la parte laboral tomaron otro cariz, las exigencias de los dirigentes, no prosperaron. Al haber cumplido con todas las estrategias y los índices de producción que fueron satisfactorios, Octavio y su esposa retornaron a Catavi.

“Tenía que diseñar una nueva planta de flotación y hacer trabajo experimental para tratar de recuperar bismutina (sulfuro de bismuto) de las colas. Además debía escribir un artículo técnico para una revista especializada sobre las operaciones del Ingenio Victoria”.

Era mayo de 1949, haciendo un recuento sobre los argentíferos más conocidos e importantes del país, estaban: Catavi, Siglo XX y Huanuni, en esos distritos la convulsión social pendía de un hilo. La parte sindical había cobrado vigencia sin medir consecuencias, los mineros y la población civil los apoyaba, del otro extremo estaba Patiño Mines, representaban los Gerentes, eran extranjeros y personal jerárquico que permanecía junto a sus familias.

Los mineros al enterarse que sus dirigentes habían sido aprendidos por el gobierno, reaccionaron y tomaron de “rehenes a siete ingenieros norteamericanos: Wilbur Cook, Superintendente de la Mina; John O´Connor acompañado de su esposa; Joseph Besset; Albert Krefting; Richard Ellet; T.R. Woodsmith y Floyd Erickson. Además David Vargas Jefe de Bienestar, Ramón Rico, empleado de la oficina de tiempo; Corsino Gutiérrez, Eugenio Santos; Darío Palenque y Carlos Andrade, empleados modestos, apresados por estar en el lugar preciso y el momento más inadecuado”.

Un tonto accidente de cable cortado terminó en tragedia, al interrumpirse la comunicación, los mineros creyeron que era sabotaje, el electricista argentino quiso arreglar, recibió un disparo que lo dejó herido. “La esposa del Superintendente Sra. O´Connor subió a una silla para calmar los ánimos y mencionar que recién habían llegado, un minero intentó bajarla, intervino su esposo y recibió un disparo a quemarropa ocasionando su deceso”, sumaron más disparos mataron a A. Krefting e hirieron el rostro de Green, agredieron a los bolivianos y falleció David Vargas.

Se dictó sentencia a la pena capital contra cuatro dirigentes y juicio a cincuenta y un personas, estaban dirigentes sindicales, políticos, incidentes producidos en la Patiño Mines. Por el cambio de gobierno, todo quedó en la nada. Octavio renunció y se marchó de Catavi junto con su familia. La Asociación de Ex alumnos de Colorado School of Mines le hizo saber que tenía trabajo disponible en el Perú. Ganaría cuatro veces más y tendría casa amoblada.

El tiempo que trabajó en Castrovirreyra Metal Mines, junto con el capitán de mina, Marcelino, encontraron la veta Carnicero. Fue una gran experiencia, ver el mineral rojo “Rosicleres con altísimo contenido de plata”, Octavio describió al rajo como una fortuna, “era de extraordinario color rojo escarlata, el color de la sangre fresca, se sintió inmerso dentro de un gigante cristal de rubí, dijo estar frente a tesoros de las Mil y una noches”, solía decirse que estaba prohibido el ingreso de mujeres a las minas, también “estaba la creencia del manco ñahui (de mal ojo) y era Carl Ramsey el Administrador que había insistido en participar de la challa, según el yatiri, su mirada de ojos azules no gustaba a la Pachamama ni al Tío. A los dos días cuanto Octavio se dirigía hasta San Jenaro, a la mina soñada (no se había tomado en cuenta la advertencia), vio ¡el tope era blanco, constituido por cuarzo lechoso y se advertían unas cuantas vetillas delgadas rojas de rosicler!” El tesoro había desaparecido, no había sentido seguir buscando.

Octavio recibió comunicación de su familia, necesitaban profesionales como él. Estaba contento de estar en el Perú, también pensaba que podría trabajar en la Superintendencia del Ingenio Victoria de la Patiño Mines.

En las elecciones ganó Víctor Paz Estenssoro, Jefe del Movimiento Nacionalista revolucionario. Se organizó Comibol el 1 de octubre de 1952 y a fines del mismo nacionalizaron las empresas de Patiño, Hochschild y Aramayo, bajo control obrero.

Retornó, estaba consciente que “había cortado una carrera muy promisoria en el Perú”, Octavio, hace una descripción minuciosa de su trabajo, como Ingeniero, otrora sintió curiosidad y comenzó su hazaña en las minas de Simón Patiño, prosiguió el periplo de recorrer otros argentíferos, y su labor quijotesca, no desde la retaguardia, era desde vanguardia, es decir se introducía hasta los pabellones bajo suelo, esas radiografías internas tenían ricos filones, en alguna ocasión apostó por explotar, junto a un socio mas no hubo fortuna. Y se retiró definitivamente de los argentíferos.

El 1 de octubre de 1966, fue contratado con Resolución No. 148/66 emitida por el Honorable Consejo Universitario, como responsable para la edificación de la Ciudad Universitaria, momento trascendental de su trayectoria como profesional. Debía coordinar la construcción de este espacio, Distante del tumulto de la ciudad, donde la naturaleza abierta a los ojos del hombre muestra su esplendor, lejos de los ruidos y otras manifestaciones.

Este proyecto debía salir cual se había planificado, como ex alumno de la Facultad Nacional de Ingeniería, estaba concentrado, quería devolver lo que obtuvo en sus años de estudio. Dirigió la primera parte de la obra.

Llegó el día que debía marcharse, la ciudad universitaria no fue concluida tal como había diseñado el Arq. Gustavo Medeiros Anaya, ya no habían fondos del préstamo. En un noble gesto donó sus beneficios sociales para la FNI.

Según sus escritos Octavio (Oscar) junto a su amada esposa Grace, se trasladaron hasta el Canadá para recapitular la navidad junto a sus hijos y nietos, en realidad fue la última reunión familiar. Volvieron los tres a México, él, su compañera de vida y su hija Sonia.

En una ciudad lejana pasaron el drama más terrible y horrible que un humano puede pensar. Perder a la esposa en un hospital donde la sensibilidad por el próximo, se ha extraviado, vale aquí o en cualquier parte del mundo lo económico. Inconsolable, ningún bálsamo podía aplacar su dolor e impotencia ante la muerte.

Su descendiente, intentó llevar la carga de la angustia, finalmente encontró refugio en algunos talleres literarios en México. Comenzó a escribir desde los sortilegios de sus padres, la llegada al hogar donde había ternura y esperanza.

Intentó que la publicación fuera en Bolivia, no se dio en el tiempo que había planificado por su imprevisto deceso. Su obra latente como su nombre repetido en la historia de la Ciudad Universitaria con tres grandes arquitectos, han hecho historia.

Octavio-Oscar Dávila Michel, ha dejado un testimonio vivo, trazo profundo, como su paso por la vida. No alcanzó a ver su libro editado, “Espirales de Viento, Historia novelada de la minería del estaño en Bolivia. ¡Imborrable!

(*) Es Poeta, escritora, compositora e investigadora de la cultura orureña

Fuente: Por: Marlene Durán Zuleta (*)
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