Domingo 27 de septiembre de 2020

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Carmen Resino nació en Madrid en 1941. Se licenció en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y cursó estudios teatrales en la Universidad de Ginebra. Se encuentra dentro del grupo de dramaturgos “que por su juventud o porque inician más tarde su actividad en el teatro desarrollan la mayor parte de su producción en la democracia, aunque sus comienzos los tengan entre 1968 y 1975.” (Serrano, 2003: 2810). Posee una amplia producción dramática, con más de una veintena de obras entre las que destacan: El Presidente (1968), Ulises no vuelve (1983), Nueva historia de la princesa y el dragón (1989), La Recepción (1992) y La boda (2004), entre otras; creación literaria que se completa con su faceta como novelista en títulos como Ya no hay sitio (1985), El tablero de nácar (2005) y Biografía secreta de una asesina (2012). Su trayectoria siempre ha estado respaldada por el aplauso de la crítica especializada, como se reflejan en los diferentes trabajos de investigación publicados sobre su obra y en las diversas reseñas sobre las mismas; al igual que en la importante nómina de premios que ha conseguido: el Gijón de Gijón, Mención de Honor del Felipe Trigo, Mención de Honor del Calderón de la Barca, Buero Vallejo y Mejor Autor español de la Boesdaelhoeve de Bruselas. Su estética: Está inspirada en el teatro de vanguardia y, especialmente, en la modalidad del absurdo. Ha estrenado algunas obras como El presidente (1970), ¡Dinero, dinero, dinero! (1976), Personal e intransferible (1988), La bella Margarita (1990), pero tiene la mayoría inédita en los escenarios. En 1974 obtenido el accésit del Lope de Vega por Ulises no vuelve, una original recreación del mito homérico. Por La recepción, una pieza de carácter metateatral en la que aborda la situación actual del teatro, recibió el Premio Ciudad de Alarcón 1994 (Huerta y otros, 2005: 596). Respecto a la temática central de su obra, la autora ha estado muy interesada por tratar sobre la incomunicación a la que está sometido el ser humano y sobre la cruda realidad que se impone al hombre; solo entre hombres. Para alcanzar su meta, la autora “ha intentado proyectar una visión ‘humana’ (otra vez, percibida como standard), y con frecuencia ha utilizado la historia como punto de partida para explotar la alienación, la frustración, y la brutalidad.” (O’Connor, 1988: 42). Sin lugar a dudas, Resino consigue transmitir con eficacia la ideología de sus obras al público. En relación a la valoración de la labor de Resino, el profesor Lázaro Carreter supo entender los logros del trabajo de la dramaturga, del que trató en dos crónicas publicadas en Blanco y Negro. En ambas valoraciones su labor se centró en reseñar la publicación del volumen Teatro breve y El oculto enemigo del profesor Schneider (1990). Por consiguiente, no nos encontramos en estos casos ante crónicas valorativas de estrenos teatrales, sino en valoraciones bibliográficas, esenciales también para comprender la evolución de la historia teatral contemporánea.
Fuente: Laura Arroyo Martínez