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Domingo 20 de septiembre de 2020

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Editorial y opiniones

EDITORIAL

La política de la violencia

20 sep 2020

La situación del país es de por sí complicada, debido a que tantos meses de cuarentena, sumados a los años de despilfarro y corrupción, que mermaron los recursos económicos de los ciudadanos, por lo tanto, quienes quieran asumir la presidencia deben planificar su gestión, respaldados en el conocimiento y dejar de lado la política de la violencia

Se esperaba que después de la cuarentena todos saldríamos mejores personas, porque se supone que el encierro al que nos vimos obligados por la pandemia del coronavirus nos dio la oportunidad de compartir con la familia, de leer y aprender cosas nuevas, pero una vez que arrancó la carrera por la silla presidencial en Bolivia, todos los lindos mensajes de unidad, fraternidad y solidaridad que se reflejaban en las redes sociales, desaparecieron por completo, dando paso a la guerra sucia y hasta la violencia en las calles.

Las caravanas de las diferentes tiendas políticas que se animaron a recorrer las calles tanto de Oruro, como de las otras capitales de Bolivia, recibieron no sólo abucheos, sino que fueron apedreadas por algunas personas que no comulgan con su ideología.

Pero se llegó a un extremo, en Oruro se agarraron a golpes entre militantes del Movimiento Al Socialismo, MAS y de Comunidad Ciudadana, CC, no llegó a mayores y no hubo daños que lamentar, sin embargo, quienes pretenden gobernar Bolivia se enfrascan en peleas de puños en lugar de recurrir al diálogo, o en este caso al debate, para solucionar sus diferencias.

Se supone que quienes dirigen un país son personas probas, ejemplares, de altos valores morales, que serán paradigma para el resto de los ciudadanos, pero con ese tipo de actitudes, ¿qué tipo de sociedad vamos a tener?, ¿qué tipo de sociedad queremos construir?

Después de tantos años de gobiernos que muestran más de lo mismo, los bolivianos esperan un cambio trascendental, precisamente por eso fue elegido el gobierno del MAS, la gente, cansada de la vieja política apostó por el cambio, pero el mismo llegó de la mano de una descarada corrupción y desobediencia a las leyes, que comenzaba por los gobernantes, quienes se acostumbraron a “meterle nomás” porque luego los abogados podían solucionarlo.

Luego de 14 años de irrespeto a las leyes y despilfarro, la ciudadanía quisiera escuchar buenos planes de gobierno, que no sean improvisados y que realmente resuelvan la difícil situación de la salud pública, de la educación y la economía, que fueron descuidadas históricamente, pero durante la pandemia ese descuido se hizo más evidente.

De nada sirve que entre acólitos de un partido o de otro se enfrasquen en violentas peleas, eso no solucionará los problemas del país, y tampoco servirá para saber quién tiene mayor fuerza o la preferencia de la ciudadanía, simplemente es una muestra de que son personas incapaces de resolver dilemas mediante el diálogo y la negociación, eso muestra un vacío en los programas de gobierno, que nuevamente tendrán que acudir a la improvisación por no saber cómo enfrentar lo que se viene luego de la pandemia.

La situación del país es de por sí complicada, debido a que tantos meses de cuarentena, sumados a los años de despilfarro y corrupción, que mermaron los recursos económicos de los ciudadanos, por lo tanto, quienes quieran asumir la presidencia deben planificar su gestión, respaldados en el conocimiento y dejar de lado la política de la violencia.

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