al parecer, la decisión de la Presidente Áñez, de renunciar a la candidatura alegró a la mayoría, menos al partido de su antecesor, Evo Morales porque puede acortar la diferencia de votos, aminorando la posibilidad de garantizar su triunfo en la primera vuelta
Se dice que a veces es bueno agachar la cabeza en señal de humildad, pues ésta nos hace grandes personas, muchos calificaron el gesto de la Presidente Jeanine Áñez como una señal de humildad, otros la llamaron valiente y para muchos fue un gran paso hacia la recuperación de la democracia.
Hubo detractores, es cierto, a algunos les pareció que sólo renunció ante una inminente derrota, para otros, simplemente esa candidatura no debió ser, y el analista político Paúl Antonio Coca señaló que ese hecho podría tener un efecto dominó, es decir, contagiar a otros candidatos y animarlos a renunciar, para formar un frente único que le haga frente al Movimiento Al Socialismo.
El también candidato, Jorge Tuto Quiroga, confesó que antes de que Áñez decidiera ser postulante a la Presidencia, habló con ella y le aconsejó que no lo hiciera, ya que su misión en el Gobierno era garantizar unas elecciones transparentes y limpias, no intentar prolongarse en el cargo mediante unos comicios que podrían estar viciados de fraude.
Carlos Mesa aplaudió la decisión y se mostró dispuesto a dialogar con la ahora excandidata por Juntos, ya que según señaló, “primero está el pueblo boliviano”. En cambio, para Fernando Camacho no fue por desprendimiento la renuncia, sino que se sintió derrotada, pues la mandataria había bajado al cuarto puesto en la intención de voto, según las encuestas.
Para el MAS, según su ahora jefe de campaña, Evo Morales, esa candidatura había nacido muerta, es decir, desde que se anunció la postulación se sabía que no podría prosperar y Áñez terminaría por renunciar. De todos modos, no fue bien visto por ese partido, porque como la misma mandataria lo anunció al momento de renunciar, lo que se quiso fue dispersar el voto contrario al MAS, para evitar que ese partido y sus acólitos vuelvan al poder.
Sus ministros la respaldaron, y, a su turno, algunos de ellos señalaron que consideran que la decisión fue valiente y generosa, además aseguraron que seguirán trabajando a su lado, brindándole su respaldo para lograr una gestión que se centre en la salud y el bienestar de la población boliviana. Áñez, en ese aspecto, aseguró que como presidenta seguirá “cuidando a todos los bolivianos hasta la instalación de un nuevo presidente electo y seguiré haciendo este trabajo con la misma energía, coraje y firmeza que ha caracterizado a este gobierno desde el primer día…”
La mandataria estaba en su derecho de ser candidata porque las leyes hechas a medida para el expresidente Morales ahora benefician a quienes quieran postular y no tienen la necesidad dejar el cargo para comenzar su campaña política, pero no era ético que lo hiciera, ni ella, ni ningún gobernante que quiera echar mano de la mencionada normativa, porque es como entrar en una competencia desleal y se pueden disfrazar fácilmente las campañas con entregas de obras, y lo peor es que se hacen con dinero del Estado, dejando a las otras tiendas políticas en una injusta desventaja mal utilizando los fondos de toda la ciudadanía boliviana.
En todo caso, al parecer, la decisión de la Presidente Áñez, de renunciar a la candidatura alegró a la mayoría, menos al partido de su antecesor, Evo Morales porque puede acortar la diferencia de votos, aminorando la posibilidad de garantizar su triunfo en la primera vuelta.
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