La buena disposición asigna la posibilidad cierta de proteger a la población

En situación de caos sanitario como la actual en que la disyuntiva del cuidado prolijo es cuestión de vida o muerte; es el ambiente inesperado de los gobernantes para demostrar su capacidad, aptitud para algo tan serio como es preservar la vida de los ciudadanos como obligación constitucional. Quiere decir que las autoridades están sujetas al máximo de la exigencia para actuar, recibir, reaccionar y desarrollar políticas inmediatas, aclarando que no están en esas responsabilidades obligadas sino por voluntad propia, ascenso personal y beneficios en el disfrute del poder.

Es tan importante este tema que ayuda a los gobernantes que innumerables veces asumen el cargo irreflexivamente, sin el debido conocimiento y seguridad de acción en sí mismos, esa falencia usual es la que genera la impericia en las decisiones y el pueblo es el que sufre.

Todas las mujeres y hombres estamos sujetos a determinada dirección de nuestras actividades, estas mismas disposiciones nos imponen ciertos límites, entonces, debemos abstenernos de ciertas actividades cuando no existe el trasunto del espíritu de servir al pueblo.

Dentro de las disposiciones éstas se forman según el ambiente circundante, de las necesidades vitales y de las características insoslayables de la idiosincrasia de cada nación o pueblo, máxime en el nuestro y la mayoría de pueblos en Latinoamérica donde existe la riqueza de la diversidad de naciones en una.

Todo lo expuesto podría resumirse en que mujeres y hombres cuando son gobernantes, después del análisis sugerido, están a su libre voluntad y deben demostrar que, según sus conocimientos y formación, saben hacer.

La disposición se traduce etimológicamente de un vocablo latino dispositio, que en su acepción simple significa que todo está dispuesto y ordenado de tal forma y esto último es fundamental para todo cuando una persona cuenta con sus obligaciones ordenadas para obrar diligentemente; también la disposición pasa a significar en un sentido más depurado los estados no meramente innatos y permanentes, sino también los adquiridos a través del estudio, los conocimientos y los transitorios como el estado de ánimo.

(*) Es abogado, posgrados en Interculturalidad y Educación Superior (UMSA) Filosofía y Ciencia Política (Maestría, CIDES-UMSA) Alta Gerencia para abogados (UCB-Harvard), Arbitraje y Conciliación (Especialidad), Derecho Aeronáutico (Instituto Iberoamericano de Derecho Aeronáutico, del Espacio y de la Aviación Comercial (Madrid), doctor honoris causa en Humanidades con tesis aprobada (IWA-Cambridge University, USA)

Fuente: Por: Raúl Pino-Ichazo Terrazas (*)