Jueves 03 de septiembre de 2020

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Editorial y opiniones
Buscando la verdad
El diablo no sabe para quién trabaja
03 sep 2020
Fuente: Por: Gary Antonio Rodríguez Álvarez (*)
El derecho a la vida, la alimentación y la salud son derechos humanos inalienables y todo lo que ayude a tal propósito es un derecho derivado, como el permitir a nuestros sacrificados productores agrícolas, acceder al uso de la biotecnología para producir más y mejores alimentos.
Dada la inversión por varios miles de millones de dólares durante décadas en campos; maquinaria y vehículos; construcciones civiles, silos, laboratorios y mantenimiento de caminos -ejecutada por cambas, collas, chapacos, japoneses, menonitas, rusos, argentinos, brasileros, etc.- permitirles el uso de semillas genéticamente mejoradas para aumentar la producción con mayores rendimientos antes que por deforestación, sería digno de apoyar.
Esta tecnología ayuda a enfrentar los efectos del cambio climático, v.gr., con semillas tolerantes al stress hídrico y a bajar el costo del control de plagas asociadas, llevando al cultivo a desarrollar su máximo potencial. Permite, además, una producción más amigable con el medio ambiente siendo “una bendición para la biodiversidad global” que ayuda al desarrollo de los agricultores por ser una tecnología de fácil acceso (lo dicen más de 150 Premios Nobel).
Fuente: Por: Gary Antonio Rodríguez Álvarez (*)