El bien común bien comprendido se acentúa en la pandemia

Circunstancialmente se aborda al bien común de una forma superficial y como una pancarta política; es más profundo de como se lo concibe usualmente pues está unido a la aspiración superlativamente vital en los humanos que es el bien y, bien es todo aquello que puede perfeccionar a mujeres y hombres y lo hace más apetecible para la humanidad.

Toda colectividad, sea una sociedad definida o una comunidad, asume una misión peculiar para la cual existe, es decir, así como es un principio formal es su alma. Esta misión que todos tenemos consiste en un conjunto de bienes que se han de conseguir mediante la consecuente actividad del alma colectiva; de tal forma que esa noble acción reporte beneficios no sólo al individuo sino que en simultáneo término beneficie a sus miembros.

Considerable número de mujeres y hombres pretenden que por bien común se entienda preferentemente la perfección de los miembros; sin embargo, la comunidad existe primero para ayudar a éstos a conseguir la perfección. Así comprendido el bien común, la familia aspiraría a que todos sus componentes llegaran a ser miembros realmente perfectos de la comunidad familiar, con sus respectivos valores humanos. Concebido así, el bien común del Estado consistiría, en una pandemia como la actual, en conducir a los ciudadanos a la preservación de sus vidas que es el principal valor de la condición humana.

Esta construcción de la colectividad pertenece no sólo a la estructura u organización del Estado en sentido estricto, sino que es el Estado el que dispone de medios y la dotación de los mismos para el cumplimiento estricto y diligente de su misión y de la actuación de la colectividad sobre sus miembros. Cuando es un Estado diligente, éste se asesora en sus vacíos de conocimiento y prevé los imponderables; la colectividad actúa de la misma forma pues se siente protegida y que es conducida a una eficaz colaboración.

Cuando se siente dudas en los gobernantes y sus decisiones no asumen progresión hacia la superación de la crisis, el pueblo detecta inmediatamente estas falencias y naturalmente asume recelo y desprotección pues en la elección de los gobernantes con decisión se cometió “la culpa in eligendo”, es decir, no se supo elegir a los mejores y competentes colaboradores.

El lenguaje de la vida política designa como bien común, sin más, al bien de la colectividad estatal o público equiparándolo al interés público. No obstante se debe realizar una digresión desde el punto de vista de la filosofía social, afirmando que toda comunidad o población, aun la privada, posee su bien común peculiar, el cual sirve de norma o ideal para apreciar el progreso de dicha comunidad. En virtud del bien común o justicia social, los miembros de la población o comunidad deben a esta justicia lo que representa como motivado o positivamente exigido por el propio bien común.

(*) Es abogado, posgrados en Filosofía y Ciencia Política (CIDES-UMSA) Derecho Aeronáutico (Instituto Iberoamericano de Derecho Aeronáutico, del Espacio y de la Aviación Comercial, Madrid), Alta gerencia para abogados (UCB-Harvard), Arbitraje y Conciliación (Especialidad), Interculturalidad Y Educación Superior (UMSA), Docencia en Educación Superior (Diplomado Superior, Univ., Loyola), doctor honoris causa con tesis aprobada en drogadicción (IWA-Cambridge University, USA)

Fuente: Por: Raúl Pino-Ichazo Terrazas (*)