Viernes 14 de agosto de 2020
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Los tiempos de crisis no sólo traen dolor y malestar generalizado en la población. No sólo acarrean problemas de salud mental. No sólo destrozan el sistema económico. También son ocasión de crecimiento interior, de desarrollo de resiliencia y despertar de conductas altruistas. Es lo bueno que surge de lo malo.
Ya Durkheim, el padre de la sociología, marcaba hace décadas que las personas cuyo país se encuentra en guerra desarrollan un sentido de unidad, de solidaridad y apoyo mutuo poderoso que disminuye la depresión y especialmente tasas de suicidio. La gente se suicida menos en época de guerra. Hay una causa superior a la propia vida que atender.
En los tiempos que corren y tras una agotadora cuarentena de casi 150 días, también descubrimos, a cada paso, que hay gente que trabaja, que se organiza y actúa en forma solidaria y altruista todo el tiempo. Ocurren pequeños milagros invisibles en todos lados.
Los salvadores
Este “despertar altruista” está bien descripto por Matthieu Ricard, una autoridad en prácticas meditativas, científico francés devenido en monje budista y traductor del Dalai Lama, en su libro “En defensa del altruismo”. A él lo conocí en una conferencia internacional en el Malba hace unos años cuando se organizó una charla con personalidades de la ciencia y fui invitado a la mesa de meditación.
Fuente: LA PATRIA