La familia es el núcleo básico de la sociedad: como vaya ella así irá el país, por lo cual para desarrollar el país hay que fortalecerla y consolidarla.
Una familia duradera requiere formarse en base a la dignidad, como norma esencial de principios y valores en que el Estado sea el primero en dar ejemplos mejores y transcendentes por imitables.
Una familia sana necesita alimentación, salud, educación, vivienda, empleos dignos y salarios justos, agua potable, transporte y seguridades laborales, sociales, ciudadanas, jurídicas, alimentarias y sobre todo de nutrición.
Para constituir una familia hay que estar preparado, y luego formarla dominando el proceso de toma de decisiones inteligentes, solución pacífica de conflictos, administración financiera, técnicas de negociación y de persuasión, puntualidad, responsabilidad, así como administración productiva del tiempo.
La violencia, el divorcio y las relaciones sexuales prematuras atentan contra la estabilidad familiar.
Una familia perdurable debe estar unida en función de programas, proyectos, planes, políticas, objetivos y metas de conjunto, colectivas, en que cada miembro cumpla sus deberes y tenga garantizados sus derechos.
La familia debe constituir un puño que defienda su estabilidad contra los ataques e incidencias exógenas, en que las individualidades trabajen en equipo, en función del conjunto.
Es necesario que la autenticidad e identidad de cada miembro de la familia sea lo suficientemente fuerte y consciente como para enfrentar y vencer las incidencias y malas compañías que puedan desviar sus fines en los diversos escenarios de la vida: amistades, centros educativos, barrio o sector, lecturas, juntas de vecinos, partidos políticos, iglesias, logias, gremios profesionales, sindicatos, lugares de trabajo, profesión u ocupación, clubes, países, culturas y otros.
La unidad familiar debe prevalecer por encima de cualesquiera diferencias internas, circunstancias, intereses individuales y dificultades, debiendo ser cada miembro los mejores amigos entre ellos que puedan aparecer.
La familia debe compartir, reír, divertirse, jugar, almorzar y rezar unida.
Otros indicadores/perfiles que deben definir la composición familiar son la lealtad (personal, familiar y nacional), honestidad, efectividad, discreción, planificación, organización, disciplina, solidaridad, cumplimiento, higiene, limpieza, deseo de superación y relaciones humanas superiores.
La innovación, investigación, compromiso y excelencia en lo que hacemos también deben ser inculcados en la formación familiar.
La rabia, reproche, odio, envidia y rencor jamás deberían ni siquiera entrar en una familia sicológicamente sana.
Los ideales de patria, libertad, solidaridad, pulcritud, justicia social, honor, nacionalismo e integridad son los valores externos por los que debemos luchar con valor personal, determinación y firmeza para imponerlos a la sociedad.
Paciencia, comprensión, inteligencia y sabiduría, unidos a la solidaridad, justicia y amor son las barreras a la violencia, el individualismo e inmediatismo dentro de la familia.
Debemos premiar los resultados y estimular los esfuerzos y avances de cada miembro de la familia.
Ser competitivo, luchador, asumir retos, ser rápido y entusiasta deben ser impregnados en el corazón y espíritu de cada integrante del hogar.
Establecer y hacer cumplir normas de rendimiento de cuentas, transparencia y honestidad son imprescindibles para una familia funcional.
La gracia, el trabajo, ahorro, inversión, dignidad, amabilidad, energía, entusiasmo, motivación y resolución son los acicates a impulsar para los logros familiares: cada uno debe olvidarse de la existencia de lo ajeno y labrarse su propio porvenir.
Cada miembro de la familia debe aprender a gastar en función de sus ingresos, actividades y objetivos de corto, mediano y largo plazo; no en función de la moda, del exhibicionismo, opulencia y mucho menos por encima de sus posibilidades.
La capacidad gerencial, la obediencia, respeto mutuo, la puntualidad, deseo de superación y el carácter firme, previsión, austeridad, agradecimiento y nobleza deben enseñarse, estimularse y practicarse desde pequeños hasta la muerte.
Crear la cultura de confianza, delegar con controles, saber supervisar, evaluación periódica, coherencia, trabajo en equipo, uso racional y óptimo de los recursos, unidad de criterio; métodos, procedimientos e instrumentos previamente definidos y aprobados con conciliación permanente, son los criterios fundamentales para dirigir una familia exitosa.
Es por eso que la familia es el principal portaestandarte de los mejores ejemplos nacionales, y si ella va bien, el país estará mejor, pues sabrá elegir a sus gobernantes y los obligará a actuar por el camino correcto… o los sacará del poder.
(*) Economista y político dominicano
gemta156@yahoo.es
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.