Hace 4 meses que venimos viviendo en cuarentena (de diversos tipos), debido a la llegada del coronavirus a nuestro país. Podemos apreciar que esta pandemia está generando cambios a nivel mundial, que van desde lo grupal como reuniones, espectáculos u otro tipo de aglomeraciones, lo cual se prohíbe ahora por el distanciamiento social obligatorio; hasta lo individual, como el actuar de las personas e inclusive sus propios pensamientos e ideas.
Sin importar el orden (Salud y/o Economía), la coyuntura actual que se viene atravesando requiere y requerirá medidas extraordinarias que favorezcan a una ampliación y mejoramiento de los sistemas de salud, así como realizar la reactivación económica y mantener vivo el aparato productivo.
De alguna manera sabemos que se le dio cierto respiro al planeta y al medio ambiente, el cual se encuentra totalmente deteriorado y en la actualidad, desarrollo sin medio ambiente sano no es desarrollo. A su vez, se dejó en evidencia la falta de protección social, ante sistemas públicos de salud sin la capacidad necesaria para poder sobrellevar este tipo de situaciones y adicionalmente la desigualdad que sigue presente en las regiones. Sin embargo, a pesar de todo lo señalado, ¿será que ahora estaremos predispuestos a convivir de manera más prudente?
No se podrá lograr volver a la normalidad de antes, se debe asumir una tendencia a diversos cambios, particularmente sociales y culturales. La falta de muchos factores afecta de manera seria al comportamiento de las personas, así como la existencia del temor o el miedo propiamente; y haciendo énfasis en el entorno económico, se deberá activar el movimiento comercial de manera regulada, porque el movimiento de circulante está casi paralizado, lo cual está aumentando nuevamente los niveles de pobreza. Un replanteo del modelo de desarrollo deberá ser elaborado en forma conjunta con los diversos sectores de la sociedad, de manera que las condiciones para llegar a una nueva normalidad estén dadas.
Siendo más específico, se quería llegar a eso de que, se debe lograr un equilibrio entre estos dos componentes como son la salud y la economía; los actores alineados en este proceso somos cada uno de nosotros, que debemos participar de manera activa en las nuevas visiones de prosperidad y bienestar que siempre buscamos a lo largo de nuestra vida, ya sea personal o en comunidad.
Se puede concluir que, tomando en cuenta a ambas partes, el equilibrio para la convivencia y viendo hacia adelante; el mismo se logrará con una verdadera conciencia social. Quiérase o no el confinamiento ha tenido efectos de diversa índole de los cuales muchos se verán más adelante, nos hizo ver que todas las personas somos muy diferentes y a la vez difíciles de adecuar y afrontar. Si una persona desea realizar su trabajo o labor que lo haga; pero realizando otras actividades tan simples como el lavado de manos, que son el medio de mayor riesgo de contagio; a lo que se añade (en éste tiempo), el uso de barbijo y alcohol para desinfectar. Las exigencias que se piden por cumplir con las medidas de bioseguridad es para el bien común, lo cual se debe tomar muy en cuenta; si somos parte del problema, seamos parte de la solución y solamente así podremos anhelar que todo esto pase lo antes posible.
(*) Es economista y analista
Fuente: Por: Gonzalo A. Hinojosa Mariscal (*)
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